ASOCIACIÓN PROVINCIAL SEVILLANA DE CRONISTAS
E INVESTIGADORES LOCALES

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ANTECEDENTES HISTÓRICOS DE LA HERMANDAD DEL CRISTO DE LA CORONA Y NUESTRA SEÑORA DEL ROSARIO DE LA PARROQUIA DEL SAGRARIO EN SEVILLA

Carlos José Romero Mensaque

La actual Hermandad y Cofradía de este título es el estadio final de todo un proceso histórico en el que ambos titulares, desde el siglo XVII, gozaron de gran
predicamento devocional: por un lado, el Cristo de la Corona y Cruz a cuestas, tal es su denominación antigua, imagen de mucho mérito en quien se plasma la antigua devoción y culto a la corona de espinas en la Catedral. La devoción al rosario, por otro lado, alcanza en la parroquia del Sagrario uno de los referentes fundamentales en la conformación de los primeros cortejos callejeros a fines del siglo XVII. Ya existía la hermandad en torno a una imagen de esta advocación, regalo del arzobispo dominico Fray Pedro de Tapia.
En este artículo vamos a plantear un breve estado de la cuestión sobre los antecedentes históricos de ambas hermandades y, por tanto, nos circunscribimos al
siglo XVII y primeros años del XVIII, en la confianza de que más adelante pueda tratarse con profundidad la trayectoria histórica de dos instituciones realmente
importantes en la parroquia del Sagrario y, por ende, en la historia de la religiosidad de Sevilla.

ARTÍCULO COMPLETO

 

BARCAS ARENERAS EN EL RÍO GENIL

En los años cincuenta del siglo XX y obtenidas las autorizaciones administrativas oportunas, los hermanos José y Antonio García Castilla promovieron la explotación de áridos del río Genil, mediante barcas de remos; una  actividad que mantuvieron hasta el año 1972.

En el lugar conocido por “Miragenil”, junto al Paseo de San Pablo de la ciudad de Écija y próximo a la carretera Nacional IV, de Madrid a Cádiz, se situaba el muelle y la planta de áridos. La necesidad de tener este material de gran consumo en la construcción próximo al casco urbano y la utilización de procedimientos más dinámicos de los que hasta ahora se venían utilizando, hicieron de esta iniciativa industrial una actividad pionera en la ciudad.

La explotación se inició con una barca de segunda mano adquirida en Alcalá del Río, denominada “Elisita”. Tenía 9,00 mts. de eslora; 2,70 de manga y 1,65 de calado o puntal, capaz de transportar entre siete y ocho toneladas de áridos.

Las condiciones de trabajo eran durísimas. La jornada se iniciaba con la primera luz del día, sea cual fuera la estación del año. La primera tarea consistía en achicar el agua de la barca mediante cubos y una vez que reunía las condiciones para la faena, tres operarios la arrastraban río arriba, uno al timón y los otros tirando de la sirga desde la orilla. Recorrían entre dos a tres kilómetros, hasta localizar el lugar idóneo para el alijo. La ubicación de la barca era tarea fundamental para el feliz éxito del trabajo, pues debía de contener dos requisitos fundamentales: que el árido no estuviera muy profundo y que la barca pudiera trabajar en las mejores condiciones para que no quedara encallada. Una vez fijada la barca, se iniciaba el duro trabajo manual de extracción de árido mediante cazos.

En esta actividad, como cualquiera otra de la vida, la experiencia y la técnica atenuaban de forma manifiesta la dureza del trabajo. Según testimonio del propio José Castilla, el punto de apoyo del cazo en la barca que se utilizaba como palanca y aprovechar la propia corriente del río eran dos elementos fundamentales. Hay que señalar que el cazo llevaba una vara de cinco metros de longitud, y que una vez lleno podía pesar unos 25 kilogramos. Pero era, además, importante conocer el Genil porque cualquier error podía dar  al traste con la jornada laboral y hundirse la barca con la carga.  El nivel del río por esta zona quedaba,  asimismo, sometido a las necesidades de la fábrica de harinas del puente que mediante sus bigornios que regulaba el agua.

También el rescate de la barca hundida en el río llena de árido tenía  sus técnicas, ya que, sin necesidad de grúa o cualquier otra máquina, la pericia del personal hacía posible que recobrara  su posición natural. Una vez cargada la barca hasta el borde, río abajo y a remos se trasladaba al muelle donde también de forma manual, se procedía al vaciado de la carga.  A pie de río acudían los  carros y los burros, con cerones a reatas  y se hacia la distribución del árido. Ya en la propia obra, mediante diferentes zarandas, manejadas a pulso por los peones de la obras, se llevaba a cabo la división de la grava y la arena según las necesidades.

 

Fuente: Memoria de una década: Écija, 1960-1969. Juan Méndez Varo

COMERCIOS ECIJANOS I Y II

CALLE MAS Y PRAT. I

En la fotografía que ilustra este trabajo podemos contemplar  una de las calles más populares de la ciudad de Écija a la que se accede por la Plaza de España (el salón). En dicha instantánea observamos el edificio perteneciente al famoso Bazar Ecijano propiedad de don Antonio González. En el archivo histórico municipal consta que en 1891 se solicitó licencia de obras en dicho inmueble para la modificación de su fachada sobre edificaciones ya existentes, según proyecto presentado por don Francisco Torres Ruiz (Maestro Torres)1. Estructuralmente está compuesto de dos casas, como consecuencia de la agrupación de las números 11 y 13 de la actual calle.

La calle Más y Prat,  en el siglo XV ya era conocida con los nombres de Zapatería  –tramo inmediato a la Plaza-  y Violería –en el inmediato a Garcilaso y Recogida. Por acuerdo capitular de 20 de octubre de 1868 fue rotulada con el nombre de Topete. Proclamada la I República el 5 de mayo de 1873, pasó a llamarse Fraternidad. Producida la Restauración Borbónica recuperó su antigua denominación de Zapatería. Pocos años después, en sesión capitular de 27 de octubre de 1892, se decidió rotularla con el nombre de Mas y Prat por hallarse en ella casa donde nació tan preclaro hijo de Écija.

Mario Méndez Bejarano, en su obra Diccionario de Escritores, Maestros y Oradores naturales de Sevilla y su actual provincia, escribe de él: Podrá disentirse acerca de los grados de excelencia, mas no cabe discusión sobre dos inconcusas verdades: que Benito Mas  compite con los mejores poetas de su generación, aventajando a la mayor parte, y que no existe escritor contemporáneo que muestre en su inspiración y estilo más profundo sello personal. Oriundo quizá de Cataluña, a juzgar por sus apellidos, fue muy neto andaluz. Nació en Écija el 7 de octubre de 1846, y en su ciudad natal editó su primer libro “Brisas del Genil, colección de lindas poesías  ya delatoras del vigoroso numen de su autor.  También fue autor de la obra La tierra de María Santísima, que como dijo un crítico,  “contiene toda la sal y la gracia de la región mas bella del mundo”

 Nuestro paisano Benito Más y Prat, en 1872 perteneció a la redacción del periódico local  “El Radical. En este mismo año se traslada a Sevilla y  dirigió el diario “El Eco de Andalucía” durante varios años y colaboró asiduamente en “La Ilustración Española y Americana” y en “La Ilustración Artística”.  En 1881  fue elegido académico de número de la Real Academia sevillana de Buenas Letras. En mayo de 1890 ingreso en el manicomio de Santa Isabel de Leganés, falleciendo el día 21 de octubre de 1892, en Sevilla.

Tiene esta calle su edificio más notable con la Casa del Gremio de la Seda, obra del siglo XVII que debió tener una entrada de carácter monumental, y hoy convertida en escaparate de un establecimiento comercial. Las plantas superiores están distribuidas de forma análoga a “los miradores”  de la inmediata Plaza de España.

1.- Registro de la Propiedad de Écija. Tomos 23 y 125. Libros 16 y 86. Fincas registrales 288 y 1.696. Dichas fincas fueron inscritas por primera vez en 19 de octubre de 1874.

Fuente;  Memoria de una década. 1960-1969, Juan Méndez Varo.

CALLE MAS Y PRAT . II

La calle Mas y Prat, antes Zapatería, es una de las calles clásicas del casco antiguo de la ciudad y, por consiguiente, de gran actividad mercantil.

El comercio del centro se resiente desde hace algunos años y esta vía, que comunica la Plaza Mayor con la calle Santa Cruz, no iba a ser una excepción. No obstante, a pesar de los nuevos tiempos, los comerciantes luchan por el mantenimiento del comercio tradicional, pese a los avatares de las nuevas formas de vida. La Plaza de Abastos ha hecho, sin duda, que sea uno de los enclaves más importantes de Écija, con un trasiego de compradores y el bullicio propio de las históricas calles de la ciudad. No había una puerta que no fuera un establecimiento. La tradición comercial era es pues herencia de un extenso pasado.

Algunos de los establecimientos típicos de esta calle,  eran sin duda, la bodega de los Gordillos, posteriormente “El Pelón”, que conservaba  en su fachada la arquitectura tradicional; Electrodomésticos Campoy, – conocido por “Ciudad del Sol”-, que perteneció a los señores Garrido y Fraile; las tiendas de ropa de gran implantación como Tejidos Bernardino y Casa Moreno… Y no podían faltar la mercería representada por Dalia, con muchos años de servicios,  la oficina de farmacia regentada por Pérez Cabello, Gómez Salado y el Bazar Ecijano, sin olvidar a Gómez Amado.

La imagen nos muestra esta calle llena de vida con su ajetreo cotidiano: guardia municipal responsable de regula estacionamiento de carga y descarga de la Plaza de Abastos, los soldados de uniforme camino del Depósito de Recría y Doma, jaulas de pájaros en la calle y todo un símbolo de la época: “el carrillo de la Churreta”.

Fuente:  Memoria de una Década. Ecija 1960-1969

ESTABLECIMIENTOS LOCALES II

No suele concederse a los establecimientos públicos ecijanos el valor ambiental que dan a la ciudad, entre ellos, los dedicados al ramo de confección, alimentación, ferretería. En nuestra ciudad han desaparecido, en las últimas décadas, muchos de estos establecimientos históricos.

Traemos hasta aquí sólo una muestra en el apartado de las tiendas de tejidos y ferreterías. A excepción de los establecimientos de comestibles y bares, las tiendas de tejidos se concentraban en torno a la Plaza Mayor, (el salón) principalmente en dos calles que copaban la atención del comerciante: calle del Conde y Mas y Prat.  Las tiendas de tejidos, en unión de algunas ferreterías, barberías, mercerías y esparterías, a lo largo del tiempo fueron lugares de diversas tertulias. Tal era así que, como nos comentan algunos de los propietarios de estos antiguos comercios, “se sabían cuándo se abría al público, pero nunca cuando se cerraba, pues a veces quedaban abiertos hasta altas horas de la madrugada”.

Los mostradores de diseño clásico se extendían a todo lo ancho del local y a la vez hacían de frontera entre el cliente y los artículos expuestos. Sin embargo, esa división era suavizada con la instalación de sillas para el mejor confort de los clientes. Écija. Como centro cabecera de una importante comarca, contaba con considerables tiendas para las necesidades de la población. Los edificios que cobijaban a estos negocios eran muestras, también, de la arquitectura ecijana, como se desprende de las ilustraciones que se acompañan.

En la segunda década del siglo XX los comercios ecijanos experimentaron  un desarrollo importante. Así tenemos como, el 6 de julio de 1925, se agrupan y se constituyen la denominada “Unión Comercial”, cuya junta directiva quedó formada como sigue. Presidente: José Moyano Díaz; Vicepresidente: Joaquín Muriela Ayala; Secretario: Francisco Carrasco Hernández; Contador: José Cantero y Cantero; Depositario: Antonio Güeto Martínez, y gracias a su gestión y administración reportaron importantes beneficios para el comercio y la industria. A principios de enero de 1927 la Junta Directiva fue renovada en su integridad, quedando constituida por los siguientes miembros: Presidente: Alejandro Martínez Valpuesta; Vicepresidente: Manuel Mora Cruz; Secretario: Juan Martínez Muñoz; Contador José Cantero y Cantero, Depositario: Antonio Gueto Martínez. Esta asociación, que participó de forma activa en el fomento del comercio local, llegó a contar con doscientos cincuenta socios, y  además tenían un abogado de prestigio, como asesor jurídico, don Eulalio de Pablo Gil.

Ni que decir tiene que la proliferación de las grandes áreas y supermercados han puesto en jaque a los establecimientos tradicionales, que han tenido que transformarse o reformarse para poder subsistir en el futuro. Y en el apartado de establecimientos desaparecidos recordemos aquí a las boticas. Entre ellas, la que se encontraba ubicada en la casa número 33 de la antigua calle Caballeros que regentaba Manuel Pavés. Este ha sido otro lamentable ejemplo del proceso de destrucción del patrimonio cultural que “cayó” también sin que nadie levantara la voz para impedir tan importante  pérdida. Esta oficina de farmacia, que muchos ecijanos recordamos con nostalgia, debe su gran mérito al mobiliario construido a expensas del Licenciado Fernández en 1850 y que, al fallecimiento  fue retirado para seguir un destino que ignoramos.

De las fotografías que ilustran este trabajo una corresponde a la popular Ferretería Valseca y otra al Bazar Ecijano. En ambas hay un elemento común a que nos hemos referido: los clientes se encuentran sentados frente al mostrador como muestra de la cercanía del comercio.

Juan Méndez Varo.  Imágenes y Recuerdos de la Ciudad de Écija. 3ª edición. 2014

PARA BAÑARSE EN EL RÍO GENIL SE NECESITABA AUTORIZACIÓN MÉDICA

Hablar de los múltiples beneficios que aporta y que nos ha aportado el río Genil a través de los siglos es obvio. Ya alrededor de los siglos I a III de nuestra era se puede documentar la importancia de Astigi, como centro productor y envasador de aceite en el Imperio romano que se transportaba a través del río.

Según Pedro de Molina, en su libro Grandezas y Cosas Memorablesde España, en el siglo XVI existían numerosas norias movidas por el ríoGenil que elevaban el agua a grandes alturas para regar algodón, huertas yplantaciones de cáñamo y escribe que indudablemente, eran de origenmusulmán. Este sistema se utilizó incluso para elabastecimiento urbano, pues ya en el siglo XVI existía en Écija una gran noriacon un acueducto construido por Hernán Ruiz, que aprovechaba el Genilpara surtir a la Ciudad de las Torres de agua para consumo doméstico.

Además de las norias en ambas márgenes se ubicaban batanes y un buen número de molinos harineros. Algunos de éstos se transformaron posteriormente en fábricas de energía eléctrica, siendo el Molino de “Cortés” el primero que suministró luz eléctrica a la ciudad. Tal es así que 1932 se constituye una compañía mercantil denominada “Hidroeléctricas del Genil,” para la producción y explotación de energía eléctrica. Esta empresa acomete los trabajos en la fábrica “Don Calixto” y el aprovechamiento de otro salto del rio titulado “El Batán”, en su margen derecha. También integraba en su objeto social la de fábrica de harina y electricidad titulada “La Giralda”.

Los molineros harineros llegaron a ser muy importantes para la economía y el abastecimiento de la ciudad y tomamos como ejemplo los conocidos como los Molinos de Escalera. Hasta cuatro se situaban aprovechando la importante azuda levantada paralela al famoso puente que da acceso a la ciudad: “El Batanejo”,”LaArbasa”, “Cuatro Piedras” y “Malvecinos”. Estos dos últimos fueron reformados, a comienzos del siglo XX, en una moderna fábrica de harina llamada “Nuestra Señora del Rosario”; el Molino del Batanejo, se transformó posteriormente en una popular fábrica de hielo que abastecía a los establecimientos de hostelería de la ciudad, y también,a las viviendas que tenían nevera, en aquellos tiempos un lujo.

Pero lo cierto es que el rio Genil ha servidotambién de disfrute y regocijo a los ecijanos, especialmente en la época estival, donde familias enteras gozaban de sus cristalinas aguas para refrescarse y tener unas jornadas de encuentro y convivencia.Los baños en el río Genil estaban regulados por las ordenanzas municipales. Siendo alcalde Pablo Coello y Díaz, con fecha 24 de diciembrede 1888, se modifican las ordenanzas (vigentes desde el año 1875) y se mandaron imprimir en la imprenta sevillana Establecimiento Tipográfico de “El Progreso,” situada en la calle San Eloy.

0092Según dichas ordenanzas corresponde al Ayuntamiento la concesión de las licencias para el establecimiento de baños en la ribera del rio Genil, señalado “que la temporada de baños en el río, durara desde el primero de julio hasta el ocho de septiembre. A tal efecto la alcaldía señalaba, con la debida antelación, los sitios convenientes para los baños gratuitos, determinando los “que correspondan a cada sexo.” Igualmente las ordenanzas prohibían terminantemente “la reunión de personas de diferente sexo. En cuanto a los niños menores de diez años no podían bañarse solos, “pudiendo hacerlo cuando estén acompañados de persona interesada que cuide de ellos”.

Con el objetivo de cuidar el buen orden y del mantenimiento de la moral pública estaba regulado que “todos los bañistas usaran, según su sexo, el traje que la decencia prescribe”.Igualmente se regulaba “entrar en los baños a toda persona ebria o privada de razón y se prohibía toda clase de juego y alboroto dentro del agua, como también todo dicho ó hecho ofensivo la moral”.

En el artículo 344 de dichas ordenanzas se recogía expresamente “que después de la fecha señalada para el baño, es decir, desde primero de julio hasta el ocho de septiembre antes o después de las fechas, solo podrán bañarse los que justifiquen por certificación facultativa, la necesidad de tomar esta clase de medicamento, adquiriendo al efecto el competente permiso de la alcaldía”. Indudablemente si los facultativosexpedíancertificaciones para bañarse en el río Genil eran conscientes del estado de sus aguas, y ello era otro beneficio más que aportaba el rio a los ecijanos.El río Genil pues ha ofrecido un amplio y variado abanico de manifestaciones,usos y actividades de carácter público y social que a todos nos compete seguir manteniendo.

Juan Méndez Varo.

LA FERIA DE FUENTES DE 1890, SUSPENDIDA POR LA AMENAZA DEL CÓLERA

La Feria de Fuentes de Andalucía remonta sus orígenes al siglo XVII, en aquellas primitivas Fiestas de la Ermita en honor a la Virgen de Consolación, de la Hermandad de la Humildad. En 1890 el ayuntamiento –a iniciativa de un grupo de vecinos– decidió engrandecer y dar un impulso considerable a la velada con la instauración en los mismos días de una feria de compra-venta de ganados. La amenaza del cólera, que décadas atrás había causado estupor en el vecindario fontaniego, dejó aquel nuevo concepto de feria y fiestas en un mero propósito. 

Francis J. González Fernández
Cronista oficial de la villa de Fuentes de Andalucía


Si el 2020 será una fecha histórica por la pandemia del coronavirus Covid-19, cuya crisis sanitaria ha provocado la significativa suspensión de la feria de agosto, ésta no es una circunstancia plenamente inédita, pues a lo largo de los siglos de existencia de esta fiesta fontaniega ha habido otras circunstancias de considerable entidad que provocaron la no celebración de la popular Fiesta de la Ermita. Epidemias tales como el temido cólera morbo o más recientemente la Guerra Civil Española (1936-1939) provocaron que las calles de El Postigo no vivieran sus días grandes en determinados años.

El germen de la Feria de Fuentes se remonta a fechas lejanas del siglo XVII, ya que desde entonces la Hermandad de Nuestra Señora de Consolación, filial de la de Utrera y que radicaba en la Ermita de San Francisco del arrabal de El Postigo del Carbón, celebraba la fiesta del Dulce Nombre de María, el día 12 de septiembre, con función religiosa y procesión de la Virgen, con mayor o menor solemnidad según los recursos económicos de los que dispusiera la hermandad.

En las primeras reglas conocidas de la cofradía, que datan de 1658 [1], ya se recogen la fiesta a celebrar cada septiembre, aun cuando su origen puede ser anterior, ya que la Hermandad existía al menos desde 1622 [2], constando en esa fecha como la decimosexta en antigüedad entre las filiales de Consolación de Utrera.

Sin lugar a dudas, la fiesta se hallaba concebida de una forma muy diferente, ya que se basaba en una celebración meramente religiosa a la que con el paso del tiempo –para su mayor esplendor y disfrute de los vecinos– añadirían fiestas de carácter lúdico a lo largo del siglo XVIII, y en las que el ente municipal comenzó a implicarse.

En 1836, el ayuntamiento en sesión plenaria acordó

«… que en atención a estar próxima la Velada llamada de la Hermita, se establezca ésta en el mismo paraje que se acostumbra estableciendo las tiendas y puestos en la calle Cruz, lo que arreglarán los diputados de fiestas poniéndose un auto de buen gobierno por el Alcalde primero Constitucional en el mencionado punto para que sin impedir el regocijo público se conserve el orden y la tranquilidad bajo las penas penitenciarias que imponga por defectos menores, y que se encargue a los comandantes de la Milicia Nacional Local de ambas armas bajo su más estrecha responsabilidad la conservación del buen orden de dicha velada estableciendo las correspondientes guardias la infantería y patrullando de noche y día los de caballería pie a tierra» [3].

Esta implicación en la organización de los festejos lúdicos fue creciendo y el ayuntamiento asumió progresivamente su papel como ente promotor de la fiesta.

«Con motivo de celebrarse el próximo domingo nueve del corriente mes la velada de la Ermita se acordó por unanimidad autorizar a la Comisión del ramo para que disponga los festejos que estimase necesarios a efecto de que dicha fiesta se celebre en la forma más conveniente sin perjuicio de dar cuenta a la Corporación para que resuelva el abono de los gastos que se ocasionen».

Durante la segunda mitad del s. XIX [4]y buena parte de la siguiente centuria, era habitual que la música corriera a cargo de la banda del municipio, que estaba financiada por el ayuntamiento:

«… del abono de los honorarios a la Banda de Música del importe correspondiente por los servicios prestados durante los jueves y domingos de la temporada de verano, así como por sus actuaciones en la Velada de la Ermita celebrada los días 15, 16 y 17 de septiembre de 1889 bajo la dirección de Antonio Blanco Valenzuela» [5].

Y junto a la música, otros atractivos habituales eran carreras de cintas o eventos taurinos, tales como la corrida de novillos que, a propuesta de la Comisión de Fiestas y Beneficencia, organizó el ayuntamiento a beneficio del Hospital de la Caridad en 1894, eliminando el pago del impuesto de degüello de reses a las carnes de las que se lidien en dicho espectáculo [6].

Otra de las preocupaciones constantes del ayuntamiento con motivo de la Fiesta de la Ermita era el estado el que se debían encontrar las calles del entorno de San Francisco, donde acontecía la celebración. Son frecuentes las referencias en las actas municipales para el arreglo de las mismas:
«Ante la próxima celebración en septiembre de la Velada de la Ermita, el ayuntamiento acuerda, ante su necesidad imperiosa, la composición del empedrado de las calles en donde la fiesta se establece, o sea un trozo de la calle Lora, otro de la calle Cruz y de la calle Humildad» [7].

O autorizando el abono de los trabajos realizados:

Por «el reempiedro practicado en las calles Lora, Humildad y San Francisco, donde se celebra la velada de la Ermita en esta población» [8].

LA SOÑADA FERIA DE GANADOS DE 1890

Uno de los impulsos más significativos a la fiesta se planteó a finales del siglo XIX, acordándose por una amplia mayoría social de la localidad el establecimiento de una feria de ganados coincidiendo con la celebración de la Fiesta de la Ermita. En sesión plenaria celebrada el 24 de mayo de 1890, el alcalde José María de Llera y Díaz manifestó

«se le habían acercado varios vecinos haciéndole ver lo útil y beneficio que sería a esta población el establecimiento de una feria de compra-venta y cambio de caballerías, celebrándose en el mes de septiembre de cada año, teniendo en cuenta la situación topográfica de la misma, su riqueza y demás que se necesita para ello. El ayuntamiento después de discutir detenidamente la proposición del Sr. Presidente y considerando que la mencionada feria ha de producir grandes beneficios al vecindario, se asoció a ella, acordándose en su virtud, que para llevarla a efecto con el mejor acierto posible, se oiga antes a la Junta Municipal, y un gran número de mayores contribuyentes, para que explicándole el pensamiento del asunto expongan su parecer y en su vista acordar en definitiva» [9].

De este modo, se convocó la expresada reunión para el inmediato día siguiente, y en la tarde noche del domingo 25 de mayo la sala de juntas del edificio municipal acogió al Ayuntamiento Constitucional, la Junta Municipal y un nutrido grupo de los mayores contribuyentes de la población, llegándose a concentrar sesenta y seis personas que rubricaron por unanimidad el acuerdo.

Expuesto el motivo principal por el que habían sido convocados, y después de tomar la palabra varios de los presentes

«… exponiendo las dificultades que habían de presentarse para llevar a cabo una determinación tan importante y los medios que debían tomarse para salvarlas, por unanimidad se acordó: dar un voto de confianza al Sr. Alcalde-Presidente para que en unión del Ayuntamiento, pueda llevarse a efecto el establecimiento de la referida feria, salvando si posible fuese las dificultades y obstáculos que puedan presentarse tanto en la preparación de los pastos y abrevaderos, como en las demás que reclame el asunto, facultándose para hacer los gastos necesarios y que sean imprescindibles, del capítulo de imprevistos del presupuesto, designándose para la celebración de dicha feria los días diez y seis, diez y siete y diez y ocho de septiembre de cada año, procurando a ser posible, que principie en el actual, poniéndolo en conocimiento del Ilmo. Sr. Gobernador Civil de la Provincia, para que le conste, y dándole la mayor publicidad a el acto por medio de los Boletines Oficiales y periódicos de mayor circulación para que llegue a conocimiento de las personas que deseen concurrir» [10].

El entusiasmo era máxime, e inmediatamente los responsables municipales emprendieron –durante el verano de 1890– las gestiones precisas y comenzaron a planificar y dotar de las infraestructuras necesarias para la celebración del mercado.

Tras la siega del cereal, el alcalde se había provisto de más de 700 fanegas de tierras de pastos para el ganado [11], se adquirieron dos bombas rústicas para sacar agua de los pozos y se construyeron dos cañerías para conducir el agua y un depósito para su acopio, del que se surtiría la feria, empedrando los alrededores de éste para su mejor conservación [12].

Así mismo se había construido una presa o estanque en la corriente del arroyo de Las Barandillas para recoger agua y se llegaron a efectuar los cimientos para levantar un pilar en el sitio llamado de la Cerca, a la salida de la calle Mayor, también con objeto de dar de beber al ganado de la feria programada. Por último, se emprendió la reparación y prolongación del pozo público conocido por el Ancho, situado a la salida de la calle Carrera, todo ello bajo las directrices del maestro de obras Francisco Ruiz Tesoro [13].

Pero las ilusiones pronto se verían amenazadas por la aparición de un nuevo brote de cólera en España. Aun cuando los preparativos seguían adelante, en la sesión plenaria celebrada el 28 de junio de 1890 se dio cuenta de la circular del Gobernador Civil de la provincia en la que instaba a los alcaldes a ejercer la mayor vigilancia posible en previsión de «cualquier caso sospechoso que pueda ocurrir de la enfermedad que se padece en la provincia de Valencia», así como de las medidas que se habían de tomar para prevenir la propagación de la epidemia [14].

El temido cólera se expandió por diversas zonas geográficas de España, y aun cuando no había ningún caso localizado en la provincia de Sevilla, –en sesión celebrada el 9 de agosto de 1890– el ayuntamiento decidió convocar de forma extraordinaria para el día 15 de agosto a la Junta Municipal y los mayores contribuyentes, para obrar de común acuerdo y después de oír su dictamen, acordar lo que mejor procediera y fuera más beneficioso para la localidad, vistos los riesgos sanitarios existentes [15].
Y de este modo, ante la concurrencia que acudió a la convocatoria, el alcalde José María de Llera y Díaz manifestó a los presente la posibilidad

«de aplazar o no, por causa de la epidemia colérica, la feria proyectada para el diez y seis del mes venidero. En este estado y abierta discusión respecto al particular y después de haber usado de la palabra varios de los expresados Sres., por unanimidad de los concurrentes, se acordó: se suspenda por este año el establecimiento de la mencionada feria, por los temores que hay pueda presentarse la enfermedad colérica, de la que estamos amenazados, pudiendo el Sr. Presidente subarrendar los terrenos de pastos, que para dicho objeto tiene adquiridos, a la persona o personas que tenga por conveniente, y a los precios que crea oportunos, a fin de poder reintegrar en parte los fondos, que para ello, ha sido preciso abonar» [16].

Así, la amenaza del cólera en el verano de 1890 provocó la suspensión de la Fiesta de la Ermita y de la proyectada feria de compra-venta de ganados y caballería, ambas coincidentes y previstas para el mes de septiembre.

NOTAS:
1] ARCHIVO DE LA HERMANDAD DE LA HUMILDAD DE FUENTES DE ANDALUCÍA. Copia íntegra y literal de la Regla de la Hermandad de Nuestra Señora de Consolación. Año 1749.
2] GONZÁLEZ FERNÁNDEZ, Francis J. Consolatrix afflictorum: Nuevos datos sobre la fundación de la Hermandad de Nuestra Señora de Consolación y Santísimo Cristo de la Humildad de Fuentes de Andalucía. Revista de la Semana Santa de Fuentes de Andalucía 2014. Fuentes de Andalucía (Sevilla): Ilustre, Pontificia y Muy Antigua Hermandad de Nuestro Padre Jesús Nazareno, Santa Cruz en Jerusalén y Nuestra Señora de la Merced, 2014, núm. 20, p. 51-55 y CARO, Rodrigo: Santuario de Ntra. Sra. de Consolación y antigüedad de la villa de Utrera. Osuna: 1622. Reedición Excmo. Ayuntamiento de Utrera, 2005.
3] ARCHIVO HISTÓRICO MUNICIPAL DE FUENTES DE ANDALUCÍA (AMF). Sección Gobierno. Libro de Actas Capitulares nº 16, 1829-1836. Folio sin numerar. Sesión 6 de septiembre de 1836.4] AMF. Sección Gobierno. Legajo de Actas Capitulares nº 4, 1890-1896. Libro 1894, folio 13v. Sesión 1 de septiembre de 1894.
5] AMF. Sección Gobierno. Legajo de Actas Capitulares nº 3, 1885-1890. Libro 1889, folio 68v. Sesión 21 de septiembre de 1889.
6] AMF. Sección Gobierno. Legajo de Actas Capitulares nº 4, 1890-1896. Libro 1894, folio 17r. Sesión 15 de septiembre de 1894.
7] Ibídem, folio 10v. Sesión 18 de agosto de 1894.
8] Ibídem, libro 1891, folio 20r. Sesión 12 de septiembre de 1891.
9] AMF. Sección Gobierno. Legajo de Actas Capitulares nº 3, 1885-1890. Libro 1890, folio 127v. Sesión 24 de mayo de 1890.
10] Ibídem, f. 128r – 129v.
11] Ibídem, folio 1v. Sesión 5 de julio de 1890.
12] Ibídem, folio 2r. Sesión 5 de julio de 1890.
13] Ibídem, folio 14r – 15r. Sesión 16 de agosto de 1890.
14] Ibídem, folio 135v. Sesión 28 de junio de 1890.
15] Ibídem, folio 12r. Sesión 9 de agosto de 1890.
16] Ibídem, folio 13r. Sesión extraordinaria 15 de agosto de 1890.

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