ASOCIACIÓN PROVINCIAL SEVILLANA DE CRONISTAS
E INVESTIGADORES LOCALES

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EL DOCUMENTAL “LAS PRESAS DE FRANCO” ABRIRÁ EL ACTO POR LA RECUPERACIÓN DE LA MEMORIA EN SAN JOSÉ DE LA RINCONADA

0910El día 18 de febrero de 2016 se celebrará en San José de la Rinconada, en el Centro Cívico La Estación (San José,38), un Acto por la Recuperación de la Memoria organizado por la Asociación Comarcal Pro Memoria Democrática Vega Media del Guadalquivir, con la colaboración del Exmo. Ayuntamiento de La Rinconada, en que el documental «Las presas de Franco» servirá para recuperar la memoria sobre la represión franquista contra las mujeres y homenajear a todas aquellas que sufrieron algún tipo de represión durante la dictadura franquista.

La Barriada de La Estación (San José de la Rinconada) fue la localidad de la Vega Media del Guadalquivir de la que más mujeres pasaron por las cárceles de Franco, el 65% del total de presas, que se concentran en los municipios de La Rinconada, Alcalá del Río y La Algaba. De ellas, Ana Funes Rodríguez murió en la Prisión Provincial de Sevilla (La Ranilla) el 27 de marzo de 1941; Carmen Barroso Ortega, condenada a 12 años, había sido presidenta del Centro Comunista de la Barriada de San José; Francisca Pinilla García, presidenta de la Asociación de Mujeres Antifascistas de San José, fue condenada a 12 años en la posguerra y lo fue de nuevo en 1964 por «asociación ilícita», pues seguía militando en el PCE; Francisca Rojas Rodríguez, que estuvo en la Prisión de Mujeres de Carmona, junto algunas convecinas; Fernanda Román Llanos, cuyo hijo Francisco Márquéz Román fue fusilado en 1941 en la plaza de La Rinconada, y Gertrudis Viejo Esteban, afiliada a la CNT, estuvo en la Prisión de Carmona, y su hermano Fernando murió en la prisión sevillana el 12.06.1941 y sus hermanos Antonio y José fueron condenados a 12 y 14 años, respectivamente. Todas ellas destacaron en la defensa de la democracia y la libertad.

En el Acto, que comenzará a las 19:30 horas, se proyectará el documental LAS PRESAS DE FRANCO por su gran valor para la recuperación de la Memoria Histórica. Este documental es el resultado de trabajo de Tomasa Cuevas, militante del PCE y contraria al «pacto de silencio» de la Transición. Su trabajo de grabación de los impresionantes testimonios de mujeres que estuvieron en las cárceles de Franco, al igual que ella, comenzó en 1974, recorriendo España para conseguirlo. Algunas de esas mujeres estuvieron en la cárcel simplemente por el hecho de ser madres, hermanas o mujeres de activistas políticos; otras por su militancia en partidos o sindicatos. Todas ellas mantuvieron la dignidad y se negaron a ser humilladas en público.
El documental es, en sí mismo, un homenaje a todas las mujeres que durante el régimen franquista sufrieron represión, torturas, presidio y, algunas, la muerte.

Tras la proyección y el dialogo sobre el documental y la represión franquista contra las mujeres, Juan Carlos Velasco, presidente de la Asociación Comarcal Pro Memoria Democrática Vega Media del Guadalquivir, expondrá los fines y las actividades de la Asociación previstas para 2016.

Día: 18 16 de febrero de 2016
Hora: 19:30 h.
Lugar: Salón de Actos del
Centro Cívico La Estación
Calle San José, 38
San José de la Rinconada

ASOCIACIÓN COMARCAL PRO MEMORIA DEMOCRÁTICA VEGA MEDIA DEL GUADALQUIVIR

C/ Asunción, nº 7 Alcalá del Río. CP 41200.
Email: promemoriademocratica@hotmail.com


ANEXO:

MUJERES DE LA VEGA MEDIA QUE SUFRIERON PRISIÓN AL TERMINAR LA GUERRA CIVIL:

-Carmen Barroso Ortega, La Larga, 23 años de edad, trabajó en el campo y como dependienta, casada, militante del PCE. Según datos del sumario de su causa era la presidenta del Centro Comunista de la Barriada de San José de la Rinconada y miembro del Comité local antes de huir hacia Madrid en 1936, donde fue detenida al terminar la guerra, ingresando en la Prisión de Mujeres de las Ventas. La trasladaron a Sevilla, a la Prisión Provincial (PPSE). Fue condenada en Consejo de Guerra a 12 años de prisión. Obtuvo la libertad condicional en enero de 1943.

-Ana Funes Rodríguez, natural de Loja (Granada), 30 años, casada, PCE. Huyó de San José de la Rinconada en 1936. Volvió cuando terminó la guerra, siendo detenida el 27.05.1939 y condenada en Consejo de Guerra a 12 años de prisión. No los cumplió, pues falleció en prisión sevillana el 27.3.41. Estuvo casada con Manuel Vizcaino Rodríguez. Tenía una hija, Gertrudis, de cuatro años de edad.

-Francisca Pinilla García, 30 años. Había sido la presidenta o tesorera de la Asociación de Mujeres Antifascistas de San José de la Rinconada. Fue condenada a 6 meses de cárcel, pero en la revisión de condena, realizada por el Consejo Supremo de Justicia Militar en Madrid el 28.11.1942, la ampliaron a 12 años. Bernardo Gallardo Briseño, con quien estuvo casada, había sido asesinado por los militares fascistas en 1936, después de estar preso en el buque barco-cárcel del puerto de Sevilla. Al salir de prisión tuvo que irse a Madrid, al no ser bien recibida por su familia. All, en 1964, fue de nuevo detenida y condenada a seis años de prisión por el «delito» de asociación ilícita, pues seguía militando en el PCE.

-Francisca Rojas Rodríguez, 27 años, casada, vecina de San José de la Rinconada. Estuvo con Francisca Panilla, Ana Funes y Gertrudis Viejo en la Prisión de Mujeres de Carmona, donde ingresaron el 17 de junio de 1939. Consiguió la libertad en enero de 1940.

-Fernanda Román Llanos, 51 años, campo, casada, vecina de San José de la Rinconada.. Detenida en 1939. Su causa fue sobreseída el 18 de enero de 1941. Ese mismo año su hijo Francisco Márquez Román, junto a Augusto Méndez Alves, el Portugués, fue fusilado acusados injustamente del atraco-secuestro de Miguel Sánchez-Dalp, gran terrateniente de La Rinconada y Alcalá del Río.

-Gertrudis Viejo Esteban, 22 años, soltera, vecina de San José de la Rinconada, CNT, estuvo en la Prisión de Mujeres de Carmona y en la PPSE, en libertad desde noviembre de 1939. Su hermano Fernando murió en la prisión sevillana el 12.06.1941 y sus hermanos Antonio y José fueron condenados a 12 y 14 años, respectivamente.

-Gertrudis Ortega Carmona, 61 años, casada, vecina de La Algaba condenada a 2 años-4 meses en marzo de 1938. El 25 de febrero de 1939 el Jefe del Servicio Nacional de Prisiones dio la orden de conducir a las presas sexagenarias a la Prisión de Mujeres de Málaga. Fue trasladada el 4.03.1939 a Málaga, donde el Dr. Vallejo-Najera hacía «experimentos» para demostrar la inferioridad mental de los partidarios de la igualdad, social y política, la brutalidad de su fanatismo e incluso su fealdad.

-Fabriciana Ibáñez Aguilera, natural de Montefrío (Granada), vecina de Alcalá del Río, 22 años, sus labores, JJCC. Ingresó en la PPSE el 6.11.1939 y condenada en Consejo de Guerra a 12 años, en libertad c. en enero de 1943. Estaba casada con Manuel Domínguez Acuña, que fue condenado a 20 años de prisión.

-Dolores Sánchez Frías, 51 años, lavandera, casada, condenada a 8 años, en libertad ccondicional desde junio de 1941. Vecina de Alcalá del Río.

(BARRAGÁN REINA, Ramón, DE LA CLANDESTINIDAD A LA LIBERTAD CONQUISTADA, Antifranquismo y lucha obrera en la Vega Media del Guadalquivir, Círculo Rojo, 2014, pp. 107-124, con algunas modificación del autor)

DON JOSÉ MARÍA DE IBARRA, PROMOTOR POLÍTICO DE LA FERIA (1847)

0688Un capítulo desconocido de la tramitación para su concesión real

Con antelación a la primera Feria, el Ayuntamiento de Sevilla comenzó a gestionar, ya en el verano de 1846, los trámites administrativos necesarios para obtener del gobierno nacional el permiso que facultase la celebración. Desde el consistorio se mandó a Madrid un expediente bastante amplio con distintas manifestaciones, encabezado por un oficio de petición dirigido personalmente a su majestad la reina. Es bastante conocido el hecho de que don José María Ibarra Gutiérrez de Caviedes (Bilbao, 1816–Sevilla, 1878) y Narciso Bonaplata (Barcelona, 1807–Sevilla, 1869), vasco y catalán, respectivamente, fueron los concejales que, en agosto de 1846, expusieron al Pleno una moción con el fin de organizar un mercado agroganadero libre de derechos contributivos y reactivar la economía de una ciudad, cuyo desarrollo era precario. Pues bien, repasando los documentos que sobre esta cuestión conserva el Archivo Municipal de Sevilla, hemos descubierto que la carta dirigida a Isabel II fue escrita, curiosamente, por el mismísimo Teniente de Alcalde, don José María Ibarra. Ello se deduce de una anotación inserta en la copia del texto elevado a la titular del trono español, junto a una instrucción dirigida al secretario municipal: «Puede copiarse en limpio tal como está. Ibarra.»

0689 «Óleo de Andrés Cortés sobre la Feria de Sevilla (1852). En primer plano don José María Ibarra y su esposa doña María Dolores González. Museo de Bellas Artes de Bilbao»

La misiva, fechada en Sevilla el 23 de septiembre de 1846, no figura suscrita oficialmente por el señor Ibarra al tratarse de una petición oficial realizada por el conjunto de la corporación municipal. Llama la atención el diagnóstico tan certero que efectúa sobre los valores más emblemáticos de la ciudad, situando a la agricultura como principal fuente de riqueza, de la que «depende el bienestar de la mayor parte de la población». Debido al gran número de labradores ricos que vivían en la ciudad, así como muchos otros que había en la provincia y otras limítrofes, que incluso se venían a la capital a pasar ciertas temporadas del año, Sevilla necesitaba establecer una Feria que cumpliese con la doble finalidad de promover transacciones mercantiles, por un lado, e incentivar a los labradores y criadores de ganados para que mejorasen sus productos, por otra. Don José María Ibarra refiere que Madrid y Barcelona organizaban ya las suyas, así como un importante número de ciudades y otros muchos pueblos, motivo por el que Sevilla estaba llamada a acoger todos «los adelantos que se inventan en los demás pueblos», como uno de los principales centros de negocios del país. Y toda esta innovación pasaba, sencillamente, por fortalecer una industria agropecuaria que ayudase a modernizar el extenso y fértil campo del aljarafe y la campiña sevillana. Nuestra ciudad iba a meterse en la segunda mitad del siglo XIX sin haber desarrollado su particular revolución industrial, como sí lo habían hecho otras capitales señeras del país, por lo que este incipiente grupo de empresarios tan emergentes, que en la mayoría de los casos vinieron de otras regiones, quería apostar por mitigar la crisis con la ayuda de la modernización del sector agropecuario. Y eso que un mes después de la primera Feria, se suscitó el «motín del trigo», a causa de la carestía y escasez de los granos (finales de abril y mayo de 1847).

0691Con anterioridad a instalarse aquí, al pie de la Giralda, el emprendedor Ibarra había permanecido ya varios años en Madrid, estudiando su carrera de abogado y trabajando, además, como pasante para don Juan Bravo Murillo (desde 1839 hasta 1841), Ministro de Gracia y Justicia en el momento de la petición ferial. Aunque el anuncio de la concesión real que autorizaba la organización de la Feria lo comunicó oficialmente el señor Jefe político de la provincia, don Antonio Ordoñez, varios días antes Luis de Cuadra se adelantó a soplar la noticia mediante comunicación enviada desde Madrid, el 6 de marzo de 1847, al entonces alcalde constitucional don Alejandro Aguado, conde de Montelirios. Este otro concejal sevillano, que oficiaba en los madriles como diputado de las Cortes por Sevilla, informaba así de las diligencias que él mismo había realizado por los despachos y pasillos de aquella Cámara. El concejal don Luis de Cuadra también se dedicaba al comercio y coincidió con don José María Ibarra en iniciativas económicas relacionadas con la banca. Para la organización de casi todos los eventos del calendario festivo de esta ciudad había que mirar siempre hacia el Palacio Arzobispal, debido al papel preponderante de la Iglesia. Sin embargo, en el caso de la Feria, sus promotores concibieron un acontecimiento eminentemente civil que, para más inri, nació en un contexto de cierto desencuentro entre los miembros del ayuntamiento y el cabildo de la catedral, que venía de algún tiempo atrás. Se hizo posible la sabia compatibilidad entre el mercantilismo desarrollado por la élite burguesa y la forma de ganarse la vida por parte de las clases populares, gracias a la instauración de este acto profano que, de inmediato, terminó convirtiéndose en un hecho festivo y lúdico. Con el tiempo, su principal triunfo ha sido social, pues ha terminado labrándose una de las expresiones culturales con mayor valor patrimonial y etnográfico de Sevilla.

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JULIO MAYO

Los primeros puestecillos de 1847
En la calle San Fernando se colocaron feriantes diferenciados a los ubicados en las exposiciones ganaderas y agrícolas del Prado de San Sebastián. Unos toldos cubrían la calle de las cigarreras, mucho más estrecha que como se conoce hoy. En la acera de la fábrica de tabacos se situaron los puestos de ropas, mercerías y efectos de tiendas, mientras que en la de enfrente se dispusieron las de juguetes, avellanas, chacinas, vinos, frutas y buñuelos. Por unos documentos privados del Conde de Ibarra tenemos noticias de las asistencias ya en aquella primera cita ferial de gitanas buñueleras tan prestigiosas como la señora que acostumbraba a ponerse en la plaza del Salvador, así como otra la de los gitanos de la cava de Triana. Gracias a las crónicas todavía inéditas de González de León se sabe que aquel primer año se hicieron muy buenos negocios de ganados y que la asistencia fue extraordinaria, pese a «haber hecho tres días de aguas, vientos y fríos».

Don José María de Ybarra
En la primera Feria se lució por todo el real una Carretela suya (un coche de caballo de lujo como los empleados para las novias en las bodas de la infanta Elena e hija de la duquesa de Alba), lo que pone de manifiesto el poder adquisitivo del empresario y bancario vasco en el año inaugural de la Feria, aunque luego llegó a acrecentarlo muchísimo más. El entonces primer Teniente de Alcalde, fue clave no sólo por proponer a la corporación municipal una iniciativa de esta naturaleza, junto a una comisión integrada por otros concejales, sino sobre todo por la capacidad intelectual que aportó en la tramitación administrativa y gestión política a fin de conseguir la autorización real para la celebración. Varias pruebas documentales nos han permitido acreditar que él fue quien esbozó y redactó el oficio de petición que el Ayuntamiento de Sevilla le dirigió a la Reina encabezando el expediente de solicitud. Dejó escrito que el alcalde de Mairena del Alcor, pueblo sevillano con una de las ferias más importantes del momento, protestó bastante y trató de entorpecer su labor con tal de que no se estableciese finalmente la Feria de Sevilla en el mes de abril.

GÓMEZ BAJUELO, Gil. «Lo que opinó sobre el primer año de Feria su creador. El conde de Ibarra», en ABC de Sevilla, 18 de abril de 1945, pág. 15

EL SAN JOSÉ DEL ESCULTOR DE DIOS

0658En el 400 aniversario de la hechura del San José con el Niño del convento fontaniego de los mercedarios descalzos

Desde 1598, doña Aldonza de los Ríos, viuda de don Álvaro de Guzmán y Fuentes, IXº Señor de Fuentes, venía promoviendo la fundación de un convento de religiosos descalzos en la villa de Fuentes, tarea que no fue nada fácil, pues a pesar de las oportunidades que se prestaban, las diversas congregaciones a las que se les propuso no consideraron la oferta apropiada. Tras desistir, años más tarde se retomó el proyecto, uniéndose la necesidad de religiosos que tenía Fuentes para prestar confesiones y auxilios espirituales.

Por fin, el día antes de la Magdalena del año de 1607 llegaron a Fuentes cuatro religiosos recoletos mercedarios para tratar la posible fundación: fray Luis de Jesús María, que más tarde sería Provincial de la Orden, fray Miguel de las Llagas, fray Alonso de la Concepción y el hermano lego Cosme, llegándose a un acuerdo de establecimiento y haciéndose efectiva la fundación con fecha de 14 de agosto de 1607, quedando concretado el establecimiento, quedó también fijado el lugar destinado para la construcción del convento, que serían unas casas cercanas a la Iglesia Parroquial propiedad del hidalgo don Juan de Alcocer, viudo y padre de la religiosa carmelita María Farfán, recibiendo el cenobio el título de San José, esposo de la Virgen, tras varias opciones.

0659Los frailes tomaron posesión de la casa con el fin de acoger enfermos y transeúntes, con la condición de no ser convento hasta no contar con las rentas suficientes y la oportuna licencia de la autoridad eclesiástica.
Establecidos en la villa, y no con pocas adversidades, el 10 de julio de 1608 el Santísimo era depositado en el nuevo cenobio, abriéndose solemnemente la casa de los PP. Mercedarios de Fuentes de Andalucía, undécimo convento de la Reforma en España, bajo la dirección de fray Miguel de las Llagas. Ante las reducidas dimensiones de la casa, el sermón tuvo lugar en la Iglesia Mayor a cargo del padre fray Luis de Jesús María, y al término de la Misa, el Santísimo fue traslado en la custodia en procesión desde la Iglesia hasta el naciente cenobio, así como fue llevada a hombros la imagen de Nuestra Señora de la Merced que había permanecido en la Parroquial desde que en 1607 había sido traída del Convento de Sevilla, donde la llamaban «La Hermosa», donada por el Padre maestro Fray Hernando de Rivera, entonces provincial, muy amigo del Marqués de Fuentes.

0660En 1610, con fray Alonso de la Concepción como superior de la Comunidad, se inician las obras, comenzándose a levantar el templo actual cuya construcción se alargó en el tiempo, pues en la década de 1660 aún seguían sin capilla mayor. El edificio se remodeló durante el primer tercio del XVIII, culminándose con la ejecución de la torre y de la destacada fachada.
El padre Alonso era natural de Fuente de Cantos, en Extremadura, y había sido elegido comendador del cenobio fontaniego el 8 de mayo de 1610 en el Capítulo Provincial de los Mercedarios Descalzos celebrado en Écija en la fecha expresada. Dejando su apellido de Cárdenas, paso a llamarse fray Alonso de la Concepción, siendo «uno de los primeros que se descalzó al empezar los Recoletos a fundar en la provincia de Andalucía. Fue gran predicador y de espíritu muy fervoroso, y con su sólida doctrina y moción en sus sermones convirtió a muchísimos pecadores. (…) y era vulgarmente conocido por el Padre de los anteojos, porque siempre los llevaba puestos. Escribió la vida de la venerable sor Juana de Cristo, religiosa terciaria mercedaria descalza» .
Fray Alonso, como quedará demostrado en adelante, sería una pieza clave para la trama que nos ocupa, y que las circunstancias particulares del hecho y el tiempo lo han convertido en un personaje histórico con un papel propio dentro de la vida y obra del genial Juan de Mesa.

Y es que con el inicio de las obras de la nueva iglesia en los primeros años del establecimiento de los frailes en Fuentes, el comendador emprendió las tareas para el encargo de una efigie del titular del convento, San José, llevándole la Providencia hasta el desconocido taller del más destacado discípulo del extraordinario escultor Juan Martínez Montañés: Juan de Mesa y Velasco. Un encargo que convertiría al fontaniego grupo escultórico de «San José con el Niño de la mano» en la primera obra documentada de Mesa, y de cuya hechura, en este año 2015, se vienen a cumplir cuatro siglos.
Juan de Mesa, durante siglos olvidado, se ha convertido en uno de los más importantes escultores de la España del siglo XVII. Varias de sus imágenes más conocidas, aquellas especialmente destacables y muchas veces objeto de la mayor devoción popular, fueron atribuidas a su maestro, el afamado Martínez Montañés. No fue hasta ya avanzado el siglo XX cuando algunos historiadores del arte comenzaron a desvelar los primeros datos sobre sus obras, al localizar algunos documentos firmados por el artista identificando así varias de sus tallas en el fondo de Protocolos Notariales que se conserva actualmente en el Archivo Histórico Provincial de Sevilla.

0661Juan de Mesa y Velasco (1583-1627), nació en Córdoba en el seno de una familia de maestros pintores y en junio de 1606, con veintitrés años, logró entrar de aprendiz de escultor imaginero en el taller que tenía Juan Martínez Montañés en la universal y próspera Sevilla del siglo XVII.

En 1613 contrae matrimonio, residiendo en la collación de San Martín, y en torno a 1615 es cuando se estipula que se independiza e instala su propio taller, que mantiene hasta su prematura muerte en 1627, ocurrida posiblemente víctima de la tuberculosis.

Entre su abundante producción, se pueden citar tallas de inmenso valor escultórico y devocional en la ciudad hispalense como el Señor de Sevilla -Nuestro Padre Jesús del Gran Poder-, el crucificado del Amor, el Cristo de la Buena Muerte de la Hermandad de los Estudiantes o el de la Conversión del Buen Ladrón de la cofradía de Montserrat.

0662Según la documentación, fue el 9 de octubre de 1615, cuando Juan de Mesa se compromete con el padre fray Alonso de la Concepción, comendador del convento mercedario fontaniego, a realizar la hechura de un San José con el Niño Jesús de la mano, cuya carta de pago se firma a 23 de mayo del año siguiente, ascendiendo su coste total a 70 ducados.

Sin embargo, se tiene conocimiento de que la talla fue entregada a los mercedarios a finales de noviembre de 1615, como se refiere en el documento contractual, y que, asimismo, Mesa había adquirió el 15 de febrero de 1615 tres trozos de madera de cedro para ensamblarlos e iniciar el trabajo . Es probable que existiera un contrato verbal entre los dos personajes antes de la firma oficial del documento; de ahí la premura en la ejecución de la obra, la cual debía hacer íntegramente de su mano.

«(…) como por la pressente me obrigo de haser un san Josefe con un niño Jesus de la mano de escultura de madera de cedro que a de tener el santo siete quartas y media de alto y el niño Jesus una bara de largo poco mas o menos lo que ubiere menester confforme a la buena correspondencia encima de una peana (…) y el niño ambos encima de una peana con su (…) y asujetado y con sus diademas todo hecho bien hecho y acabado con toda perffecion de buena escultura a bista de officiales que entiendan y al contento e satesffacion del dicho padre comendador y de los religiosos del dicho convento el qual dare acavado de la forma suso dicha para que se puede conformar el ultimo dia del mes de noviembre que biene deste año de seiscientos e quinze y por preçio de la madera e manufatura y las demas cossas que e de poner en lo suso dicho se me an de dar e pagar setenta ducados (…)» .

Trasladada hasta Fuentes, la nueva talla pasó a presidir la naciente iglesia de los mercedarios, cuyas obras se prolongaban en el tiempo, extendiéndose hasta bien adentrado el siglo XVIII.

0663En 1737 las obras de mayor envergadura de la Iglesia de San José ya habían finalizado, y aunque la decoración de las capillas continuó a lo largo de la centuria, en septiembre del citado año se consagró el templo con tres días de funciones, en los que «con la mayor solemnidad y sermones», se ocuparon en la bendición del edificio, la colocación del Santísimo Sacramento y la dedicación del templo. A los actos acudió el Cabildo secular de la villa, que correspondió con la entrega de 500 reales de limosna para correr con los gastos del último día de las celebraciones.

Dos décadas más tardes, en 1758, la comunidad mercedaria contrató con el maestro ecijano, afincando en Sevilla, Martín de Toledo el retablo de la capilla mayor de la iglesia, obra que culminó en 1760 , pasando las efigies de San José y el Niño a ocupar el ático del retablo. La talla, que fue contratada con Juan de Mesa sin estofar ni encarnar, fue posiblemente policromada en el siglo XVIII antes de su instalación en el nuevo altar, aunque se ha de hacer constar que el conjunto escultórico ha llegado a tener dos policromías distintas.

En este emplazamiento -zona superior del retablo-, se situaron las dos imágenes hasta mediados del siglo XX, desconociéndose los motivos por los que el 21 de junio de 1947 fueron descendidas bajo la dirección del perito aparejador José Esteve Guerrero , pasando la imagen sedente de la Virgen de la Merced a ocupar el espacio vacante. Una actuación que vino a coincidir con la presencia en Fuentes de los autores del Catálogo Arqueológico y Artístico de la Provincia de Sevilla que trabajaban en su confección.

Esta acción tendría unos efectos sumamente importantes para las imágenes que nos ocupan medio siglo después. La madrugada del 31 de enero de 1997, parte de la cubierta y bóveda de la capilla mayor de la Iglesia de San José se desprendieron, destrozando toda la parte alta del retablo y dañando gravemente a la imagen de la Virgen de la Merced que ocupaba el ático, salvándose de la desgracia patrimonial las valiosas tallas de San José y el Niño, que ocupaban la hornacina central del retablo.

En 2001, las tallas fueron sometidas a un estudio radiológico y restauradas por Fátima Bermúdez-Coronel García de Vinuesa, a petición de la Comisión para la Restauración de la Iglesia del Convento de San José, con cargo a la Consejería de Cultura de la Junta de Andalucía.

La imagen de San José mide 155 cm, y la del Niño 85 cm, estando descriptas en la ficha técnica del catálogo de Instituto Andaluz de Patrimonio Histórico como un «conjunto escultórico de gran calidad artística, (…), de cierto clasicismo en las formas, que recuerda al estilo de su maestro Martínez Montañés. La expresividad gestual y corporal intensa, aunque no crispada, parecen anunciar el estilo de algunas piezas magistrales como el Cristo de la Buena Muerte de la Universidad de Sevilla. La policromía del siglo XVIII, altera y rebaja la calidad de la pieza, nuevamente alterada por restauraciones» del siglo XX.

San José y el Niño; una obra que durante siglos ha estado postergada con indiferencia de propios y extraños y que forma parte de las mejores páginas de la imaginería en la historia del arte.

Que este cuarto centenario de su hechura nos haga ahondar en su estudio, historia, difusión para un mayor conocimiento por todos y puesta en valor, aún más si cabe.

Una verdadera joya, de la que gozan los fontaniegos, salida de las gubias del mismísimo escultor de Dios.

Francis J. González Fernández
www.fuentedelareina.blogspot.com

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