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La VI Jornada de Memoria Democrática 2022 Vega Media del Guadalquivir tuvo lugar el pasado sábado 23, en la Sala Blas Infante de Brenes

por Gorka Fernández  (Tu Periódico)

«En el día de hoy, cautivo y desarmado el Ejército Rojo, han alcanzado las tropas nacionales sus últimos objetivos militares. La guerra ha terminado». La voz grave y solemne del periodista José María de la Hera clavaba en infame y doloroso recuerdo a los asistentes en sus sillas. Daba comienzo la VI Jornada de Memoria Democrática 2022 Vega Media del Guadalquivir, una jornada de homenaje a los militantes antifranquistas que, interrumpida por la pandemia, reunía a familiares y amigos de los hombres y mujeres —las olvidadas entre los olvidados— que siguieron lucharon una vez terminada la guerra.

Las cifras de esta y de la posterior represión, puestas negras sobre blanco, son espeluznantes. Medio millón de muertos, 450.000 exiliados, 150.000 represaliados, 270.000 detenidos en espera de juicio. 150.000 ejecuciones sumarias. Campos de concentración. Algunos, de exterminio.

Jorge Barrera, alcalde de Brenes, localidad donde se celebraba la jornada memorialista, daba cuenta de los logros de la Ley de Memoria Democrática, en especial la andaluza, que superaba a la estatal en ambición en algunos temas concretos y que ha traído, ante todo, memoria, reparación y dignidad. Logros, que avisó, «están en peligro por el acercamiento de la ultraderecha en las próximas elecciones».

Francisca Bejarano, presidenta de la Asociación Pro Memoria Democrática Vega Media del Guadalquivir, organizadora del acto, incidía en este aspecto, «los derechos que se reivindicaban en la República son los mismos que reivindicamos hoy. No podemos olvidar».

Tras las intervenciones iniciales, el silencio volvió a instalarse en la sala Blas Infante para visualizar el documental «Los años amargos de la posguerra» de RTVE (2009), el mismo que enlazamos un párrafo más abajo (https://youtu.be/nIEx-2hjNyc)

Carmen Lara, acompañada a la guitarra por David de Concha, cantó la Soleá de la Serneta, reflejando unos versos que hablan —sin estar compuestos para ello— del ostracismo al que los vencidos fueron sometidos

Tras esta actuación, se dió paso a la conferencia principal, una ponencia de la historiadora María Victoria Fernández Luceño de título «Miseria y represión el primer franquismo», esto es, la primera etapa de la dictadura, entre los años 1939 y 1959, dos décadas de una España devastada, profundamente subdesarrollada. El aparato represor del franquismo comenzó tan pronto como en 1939, recién terminada la guerra a asimilarse a la Alemania Nazi y aún más, a la Italia fascista, de las que copiaría simbología, justificaciones y métodos. Uno de ellos, el campo de concentración, a veces de forma improvisada, rudimentaria y con una absoluta falta de medios.

Por ejemplo, el de la Algaba (construido en terreno de Guillena), Las Arenas, que es exponente de la miseria económica y moral del régimen y cuya cruenta suma de resultados asciende a 144 fallecidos. Cuando se realizaron los trabajos de exhumación en 2021, ninguno de los cuerpos tenía orificios de bala. No habían sido fusilados, sino que murieron de hambre, frío, enfermedad y falta de cuidados.

Fernández Luceño rescató del Archivo Municipal un documento donde se refleja que «el médico del campo, que lo era también del pueblo, informó al alcalde y al gobernador civil de que necesitaba urgentemente medios para los reclusos». Había colchonetas para 100 hombres, se hacinaban 300. Y ninguno tenía jerseys o mantas, sólo cubrían sus cuerpos con los monos de tela de la cárcel, desgastados y raídos. «El delito de estos hombres fue la mendicidad tras la guerra, nunca fueron juzgados, y se les envió a morir». El mismo médico del campo se quejaba a sus superiores de que «no podía atender a los enfermos, a los que se denegaba la hospitalización. El campo mismo carecía hasta de enfermería». El hospital al que se refería el médico era el Hospital de la Sangre, hoy Parlamento de Andalucía.

Los mendigos fueron exterminados, no eran la estampa de la España de la victoria. Afeaban las calles de las ciudades y amenazaban con propagar enfermedades, y se les aplicó una versión bastarda y retorcida de la Ley de Vagos y Maleantes, aprobada en los estertores de la II República y que en origen no sancionaba delitos, sino que intentaba la comisión futura de los mismos. El franquismo la retorció durante toda su historia, primero como elemento de depuración de la sociedad, que tendría que ser hecha a imagen y semejanza del nacionalcatolicismo de esta primera época. Posteriormente, en 1958, incluiría a los homosexuales. En los años 70, rota la alianza entre la Iglesia y el régimen —tras el advenimiento de los curas obreros, cuyo principal propósito fue erradicar la extrema pobreza de los años del hambre— mutó en la Ley de Peligrosidad Social

Posteriormente, se haría entrega de pergaminos de reconocimiento a los familiares de los militantes antifranquistas mencionados en un relato hilado por Ramón Barragán Reina (del que se adjunta el texto íntegro al final del artículo). Durante la lectura de uno de los nombres, un familiar se levantó para corregir un dato que no consideraba correcto, punto sobre el que Barragán se interesaría con él al término del acto, a cuenta de la ayuda recibida en la cárcel por el PCE.

Una entrega efectuada por la presidenta de la asociación, Francisca Bejarano y alguno de los representantes de los municipios, como la alcaldesa de Cantillana, Ángeles García; el alcalde de Brenes, Jorge Barrera; el concejal de Tocina-Los Rosales, José Manuel Vasco; o el concejal de Villaverde del Río, Jesús Sarmiento.

El público hizo notar, durante la entrega de pergaminos a los familiares de los militantes rinconeros que el representante del ayuntamiento de La Rinconada, Antonio Marín, no se encontraba en la sala. Desde la organización se explicó que el edil rinconero había avisado de que no podría asistir a toda la ceremonia. Ante estas explicaciones, un interviniente dijo no sentirse representado por un ayuntamiento que proclama que es «socialista y republicano y, sin embargo, no puede reservar una tarde para conmemorar a sus luchadores». Esta intervención arrancó un sonoro aplauso entre los asistentes.

Momento mágico el vivido cuando el descendiente más joven de un homenajeado —Miguel Doval Doblado, de Burguillos— recogió el pergamino de las manos de la presidenta de la asociación.

El acto terminó con la doble actuación de Rosario Heredia y Alfonso Porcel, pospuesta por algunas dificultades, seguida del broche final a cargo de Carmen Lara.

Brenes, 23 de abril de 2022

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