A lo largo de la historia, Bartolomé Esteban Murillo (Sevilla, 1617-1682) ha sido considerado como el gran pintor de vírgenes y santos. Sus numerosas versiones de la Inmaculada Concepción constituyen todo un género conocido en todo el mundo y reproducido hasta la saciedad en objetos como calendarios, recordatorios o cajas de bombones. Fue de los pocos pintores que en vida y sin apenas moverse de su ciudad natal consiguió fama, gloria y mucho dinero. Sus composiciones religiosas pensadas para ilustrar la iglesia de la Contrarreforma forman parte hoy de las más importantes colecciones de Europa y América.
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