Antonio Barrera Díaz es el juez de paz de Cantillana desde hace 32 años. Su labor, su familia y su vida son el hilo que ha tomado el Cronista de Cantillana, Antonio García Benítez, para escribir la historia de la localidad y de nuestro país en los últimos 90 años desde el relato de una figura relevante en su pueblo
Según explica García Benítez, para escribir este libro ha seguido una nueva metodología, definida por los antropólogos como “historia de vida”. Para ello, ha tomado “hitos biográficos” del juez Barrera para articular la narración de la historia particular de Cantillana, poniendo los hechos en relación con lo que sucedía simultáneamente en España. ‘Justicia recta, cuerda floja’ es el metafórico título que define “una época en la que había un ordenamiento jurídico que teóricamente igualaba a los ciudadanos, pero en el que las personas vivían continuamente en la cuerda floja”.
Relato histórico didáctico y literario
De este modo, el libro arranca en unos momentos convulsos como fueron los últimos años de la II República a través de Manuel Barrera, padre del juez y concejal socialista, fusilado en 1936. La posguerra, “las cartillas de racionamiento y el estraperlo” se explican en paralelo “al trabajo de Barrera desde los 14 años en la conocida tienda de Josele”. Su profesión, la labor de juez y el servicio público van hilvanando el relato histórico hasta la actualidad.
Esta metodología “es más asequible para el lector que el ensayo científico, lleno de citas, notas a pie de página y fuentes”. Es por tanto un libro que usa “como señuelo” la vida de una persona contemporánea para que el lector, “sobre todos los escolares” se acerquen y conozcan la historia de su pueblo y de España de una forma didáctica, atractiva e incluso literaria.
Este es el primero de los volúmenes que García Benítez – licenciado en Filosofía y Letras, doctor en Historia y en Sociología, máster en Criminología, catedrático de Sociología en la Universidad de Sevilla, y cronista oficial de Cantillana – ha emprendido para explicar la historia desde personajes concretos de la localidad.
Barrera es juez de paz desde el año 1989
El estreno ha sido con Antonio Barrera Díaz. Juez de paz de Cantillana de forma ininterrumpida desde el año 1989, en activo y en el cargo actualmente, ha sido parte y testigo de la historia reciente. Una fuente viva y un informante privilegiado desde el que construir el relato del devenir de su pueblo.
Cantillanero de 86 años, con una prolífica carrera empresarial, llegó al puesto de juez de paz casi por casualidad, animado por su mujer, hija de un secretario judicial, que conocía el mundillo. “Cuando entregué la solicitud el plazo había acabado, pero como el secretario me conocía, y sabía de mi trabajo en Cáritas y mi personalidad, la recogió, creyendo que tenía cualidades para ser elegido”. Y tanto fue así que son 32 los años que lleva ejerciendo una ocupación en la que continuará al menos hasta 2025.
Un juez de paz no es un funcionario de carrera, ni un experto jurista, ni siquiera es necesario que sea licenciado en Derecho. Según se explica en la página web del Poder Judicial, los jueces de paz son “jueces legos, que no pertenecen a la carrera judicial”. Asumen competencias de menor entidad en “materia de cooperación judicial” y en la comunicación de los órganos judiciales con los ciudadanos. Labor esta, la del contacto con las personas y facilitar gestiones, trámites y documentos que es la que más le gratica y “más feliz me hace”.
No es la remuneración del cargo lo que le mueve. “Vivo de lo que favorezco al ciudadano”, asegura. Porque ante todo está su afán de “querer ser buena persona” y ayudar a los demás. Por su forma de ser, asegura que tanto en sus negocios como en su papel de juez siempre ha abordado todo desde “el lado opuesto, así he sido más consciente de la situación de la otra persona y he podido comprenderlo. Creo que así se es mejor persona”. Porque, en definitiva, ese es su único interés tras más de tres décadas de servicio público: “el juez de paz es el hombre bueno, porque es el que lleva la paz a los conflictos. Quizás ser juez me haga ser mejor persona”.
Renovado en el cargo por unanimidad del pleno
El hecho de haber sido renovado en el cargo el pasado mes de septiembre por cuatro años más y por unanimidad del pleno – cuando solo se requiere mayoría absoluta – es indicativo de que “algo habré hecho bien”, apunta sin atisbo de vanidad. “He tenido 6 secretarios y ninguno se ha ido a disgusto. Y en este tiempo no hay nadie que me haya dejado de hablar”. Será porque en su labor como juez trabaja “con el corazón, en la retaguardia y al servicio de la gente, nunca por aparentar”.
Asegura que “no he faltado a ningún acto” desde que ostenta el cargo, por lo que puede relatar todo lo ocurrido en el pueblo desde 1989 de primera mano, siendo parte activa de esa historia que recoge el libro. Y aunque ha habido momentos desagradables “como cuando ha habido que levantar un cadáver”, los ha asumido como propio por sus competencias. Siempre superados por las gratificaciones personales que ha obtenido en esta carrera, donde la justicia ha sido recta pero su mano ha estado siempre tendida para que ningún cantillanero a lo largo de su historia de vida quedase en la cuerda floja.