ASOCIACIÓN PROVINCIAL SEVILLANA DE CRONISTAS
E INVESTIGADORES LOCALES

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Una trágica historia que no podemos olvidar

El 1 de septiembre de 1939 comenzó la II Guerra Mundial. Muchos republicanos españoles, entre ellos bastantes andaluces, que habían pasado a Francia huyendo de la represión franquista, se encontraron que la paz no era para ellos. Allí habían sido confinados en 16 campos de refugiados, auténticos campos de concentración, encerrados con estacas y alambre de púas, siendo desarmados y los dirigentes políticos registrados y las familias separadas. Estaban a salvo de Franco y sus secuaces, pero no eran libres. En los campos franceses prevaleció la disciplina militar, con permanente vigilancia. Hasta la distribución de los periódicos de izquierdas fue prohibida, no así la de los periódicos de la derecha. A pesar de estas circunstancias, cuando Francia fue invadida por el ejército alemán, muchos españoles optaron por luchar contra el fascismo en Europa y hacer frente a la barbarie del nazismo enrolándose en la Resistencia y en unidades del ejército francés no sometido a Hitler, donde escribirán páginas sacrificadas y gloriosas. Para esa fecha (junio de 1940) ya habían muerto 6.000 españoles y 14.000 habían sido hechos prisioneros, y eran muchos miles los que permanecían encerrados aún en los campos (solo en el de Argelès había más de 15.000 personas, de las que 5.000 eran mujeres y niños). En poco tiempo se habían exiliado huyendo de franquismo, instalado en España; habían sido tratados como indeseables en Francia, y deportados a Alemania y Austria en un viaje que les llevaba a una muerte, de la que algunos, no obstante, pudieron salvarse.

El 24 de agosto de 1940, poco después de la invasión de Francia por el ejercito hitleriano y la capitulación de su gobierno, llegaron al campo de exterminio de Mauthausen (Austria), en vagones de carga, la primera tanda de los 7.500 deportados (algunos historiadores llegan a la cifra de 9.000) a este campo hasta 1945. En su puerta había un rótulo que decía: “Entráis por esta puerta, salís por las chimeneas.” Muchos de ellos fueron trasladados al campo de exterminio de Gusen, que estaba a unos 4,5 km y dependía del anterior. Fueron obligados a trabajar, en condiciones inhumanas, en la extracción de piedra de granito para las grandes construcciones nazis, siendo muchísimos los que murieron en estas tareas agotadoras. Gusen fue una auténtica fábrica de cadáveres. A partir de 1942 los dedicaron a trabajar para la industria bélica alemana, ante la necesidad de mano de obra.

En total, 5117 españoles (1.494 andaluces) fueron vilmente asesinados en Mauthausen, Gusen y otros campos nazis. Los sevillanos asesinados en Mauthausen, algunos, o en Gusen, la mayoría, fueron 76, de ellos 20 eran vecinos de los pueblos de la Vega del Guadalquivir, la mayoría de Lora del Río. El gobierno de Franco no quiso saber nada de todos ellos, por lo que fueron tratados como como presos políticos, “combatientes rojos españoles” (rotspanienkämpfer, en alemán), y como apátridas, siendo un triangulo azul su distintivo. Todos miraron para otro lado, pero con mayor alevosía sanguinaria el ministro Serrano Súñer, que conocía lo que allí estaba ocurriendo, pues el Consulado Español en Viena tramitó diferentes asuntos, como defunciones, cartas, preguntas de familiares, e incluso la liberación de algún niño de los campos. Por ello, su responsabilidad es total en el asesinato de los republicanos españoles en campos nazis.

La represión nazi llegó también a algunos republicanos de la Vega Media: prisioneros de los nazis, fueron deportados a Mauthausen y asesinados en Gusen…
Huyeron en 1936 de sus pueblos, participaron en la guerra española defendiendo la República, se exiliaron en 1939, al igual que otros 500.000, fueron deportados a Mauthausen y asesinados en Gusen
El primero de los vecinos de la Vega Media deportado al campo de concentración de Mauthausen (Austria) fue José Fernández Rodríguez, nacido en Tocina en el 18 de octubre de 1907. Llegó el 6 de agosto de 1940 y procedía del Stalag VII-A (Moosburg-Alemania), desde ese momento ya no era una persona, era número 65.043 en el stalag (campo de concentración) y matrícula 3.532 en Mauthausen. El 24 de enero de 1941 fue llevado a Gusen, siendo su matrícula 9.220. Murió el 7 de octubre de 1941, cuando iba a cumplir 34 años. Gusen era un campo de concentración dependiente de Mauthausen, a 5 km de éste, al que iban “aquellos que según el comandante de Mauthausen no servían para nada”, es decir, los que estaban enfermos, inválidos o excedentes del campo central. A partir de esa fecha empezaron a llegar republicanos españoles a este campo de exterminio, que llegó a superar la población del campo de Mauthausen.

El segundo en ser deportado a Mauthausen fue José Gómez Caballero, nacido en Alcalá del Río el 15 de marzo de 1919, hijo de Dionisio Gómez y de María Caballero. Huyó de su pueblo antes de la llegada de los militares franquistas y participó en la guerra española. Fue hecho prisionero por los alemanes y encerrado de mayo a junio de 1940 en el Stalag V-D (Estrasburgo), en territorio francés, con el número 3.258, pues allí había realizado trabajos de defensa de Francia, antes de la invasión alemana, en las Compañías de Trabajadores Extranjeros. Fue deportado a Mauthausen el 13 de diciembre de 1940, recibió el número de matrícula 4.842, y trasladado a Gusen el 29 de marzo de 1941, pasando a ser el número 11.278. Allí trabajaría en la infernal cantera de granito cercana al campo. Murió el 2 de septiembre de 1941, con 32 años de edad.

Ramón Rodríguez Caro, nacido en Cantillana el 5 de octubre de 1912, hijo de Ramón Rodríguez Solís y Rosario Caro Mena, fue el tercero en ser llevado a Mauthausen. Había huido en 1936 de Cantillana al ser ocupada militarmente. Participó en la guerra española, siendo cabo de la 182 Brigada Mixta y seleccionado para la Escuela Popular de Mando y Enseñanza Militar con fecha 22 de febrero de 1939. Al terminar la guerra, se había exiliado en Francia. Fue deportado a Mauthausen el día 27 de enero de 1941, procedente del Stalag XI-B (Fallingbostel-Alemania), donde tenía el número 86.693 de prisionero. En Mauthausen tuvo el número 6.137, siendo conducido a Gusen el 17 de febrero de 1941, junto a otros 300 españoles, que hicieron el camino a pie, escoltados por las SS. Tardaron unas tres horas, de las 9 de la mañana hasta mediodía. Le otorgaron el nª 10.194. Su muerte ocurrió el 5 de septiembre de 1941, cuando tenía 28 años de edad. Un mes antes que del asesinato de José Fernández, que había llegado poco antes que él, y tres días después del asesinato de José Gómez.

El cuarto fue Jacinto Domínguez Hervás, nacido en Villaverde del Río el 28 de abril 1.903. Era conocido como el guardaespaldas del alcalde socialista Baldomero González Parrilla, que fue fusilado el 22 de agosto de 1936. Él huyó y se enroló en el ejército republicano, por lo que la Comisión Gestora franquista del Ayuntamiento de Villaverde le abrió expediente de incautación de bienes el 25 de noviembre de 1936, que necesariamente afectaría a su familia. Prisionero de ejército alemán en el Stalag XII-D (Trier-Alemania) con el número 24.840, lo llevaron a Mauthausen, llegando el 3 de abril de 1941. Allí le dieron el número 3.933. De Mauthausen fue trasladado a Gusen el 8 de abril de 1941, donde pasó a ser el número 11.847. Murió en aquel lugar infernal el 6 de enero de 1942, a los 39 años de edad.
… y uno se salvó, liberado el 5 de mayo de 1945

El último en llegar a Mauthausen fue Francisco Acosta Castillo, natural de La Rinconada, donde había nacido el 29 de enero de 1913. Era hijo de Francisco Acosta Rodríguez y de Dolores Castillo Sánchez. Sus tíos maternos José, Rafael, Natividad y Lutgarda habían estado detenidos y juzgados (los tres últimos) a raíz de la “jornada del comunismo libertario” de La Rinconada, en 1933, y su tío Manuel, hermano de los anteriores, afiliado a la CNT y a la FAI, estuvo en la Prisión Provincial de Sevilla, La Ranilla, cuatro años. Francisco salió de su pueblo en 1936, cuando tenía 23 años, huyendo a la zona republicana. Al finalizar la guerra española, vivió las consecuencias de la ocupación de Francia por el ejército alemán. Lo deportaron al campo de concentración de Mauthausen el 26 de abril de 1941, procedente del Stalag XI-A (Altengrabow-Alemanis) pasando posteriormente a Gusen, donde estuvo hasta el día de la liberación del campo, el 5 de mayo de 1945 por el ejército norteamericano. Fue uno de pocos que salió con vida, gracias a la excelente organización interna de los presos durante su encierro en los campos de exterminio nazi. Según su primo, Antonio Castillo, al que pude entreviustar, se quedó a vivir en Francia, donde se casó. Ha visitado a su familia en La Rinconada en algunas ocasiones.

El Gobierno de Franco no quiso saber nada cuando fueron liberados. Todos fueron reclamados y repatriados por los gobiernos de sus respectivos países, siendo recibidos con todos los honores, como héroes. Los españoles estuvieron un mes a las puertas del campo de exterminio de Mauthausen. Nadie los quería. A final Francia los reclamó y pudieron establecerse en dicho país.
Ahora sólo nos queda rehabilitar la memoria de todos ellos, honrar sus sacrificios, recordarlos para mantener viva su memoria y reconocerlos como hombres, como republicanos, que dieron su vida por el bien humano más preciado: la libertad.

Como homenaje a ellos y tantos otros que fueron asesinados por la inhumana barbarie nazi, vale la pena reproducir algunos fragmentos del juramento redactado por los comités nacionales del campo de Mauthausen (español, checo, austríaco, griego, italiano, húngaro, francés, belga, polaco, albanés, suizo, luxemburgués, rumano, austriaco, yugoslavo…) varios días después de su liberación:
“Tras una estancia de varios años en el campo, comprendemos mucho mejor el valor de la fraternidad de los pueblos. Fieles a esta idea, juramos mantener nuestro espíritu de solidaridad y unión para continuar la lucha contra el imperialismo y el fanatismo nacional.

(…) La paz y la libertad son la garantía de la felicidad de los pueblos y de la construcción de un mundo sobre nuevas bases de justicia social y nacional. Es esa la única ruta hacia una colaboración pacífica de las naciones y de los pueblos.

(…) Sobre la base de una comunidad internacional queremos erigir a los soldados de la libertad caídos en esta lucha sin tregua, el más bello monumento: EL MUNDO DEL HOMBRE LIBRE. Nos dirigimos al mundo entero para decirle: Ayúdanos en nuestra tarea. ¡Viva la solidaridad internacional! ¡Viva la libertad!”

4 de mayo de 2024
Ramón Barragán Reina, miembro de la Asociación Comarcal Pro Memoria Democrática Vega Media del Guadalquivir.

BIBLIOGRAFÍA BÁSICA
MARTÍN, Ricardo; CHECA, Sandra; DEL RÍO, Ángel; ANDALUCES EN LOS CAMPOS DE MAUTHAUSEN, Fundación Centro de Estudios Andaluces, 2006. En las pp. 255-257 de esta obra están los datos básicos de los cinco vecinos de municipios de la Vega Media que estuvieron en Mauthausen y en Gusen.
ARMENGOU, Montse y BELIS, Ricardo. EL CONVOY DE LOS 927, Ed. Plaza y Janés, 2005, pp. 18, 138-140 y 146.
BARRAGÁN REINA, R., CANTILLANA II REPÚBLICA. La brutal represión franquista en un pueblo sevillano, Ed. Muñoz Moya, Brenes. 2006, pp. 170, 198-200; y DE LA CLANDESTINIDAD A LA LIBERTAD CONQUISTADA. Antifranquismo y lucha obrera en la Vega Media del Guadalquivir, Ed. Círculo Rojo, Almería, 2014, pp. 131-133.

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