ASOCIACIÓN PROVINCIAL SEVILLANA DE CRONISTAS
E INVESTIGADORES LOCALES

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LA CAPILLA Y COFRADÍA DE SOBRADO DE LOS MONJES (LA CORUÑA)

0117Este verano he tenido la dicha de pasar unos días de retiro espiritual en la abadía de Sobrado de los Monjes (La Coruña) y he tenido oportunidad asimismo de examinar con detalle la impresionante capilla del Rosario situada en el colateral del presbiterio, en la nave del evangelio.

Conocemos que en 29 de junio de 1589 Fray Lorenzo de San Agustín vino al monasterio a requerimiento del abad dom Atilano de la Cruz y la comunidad de monjes y erigió solemnemente, en nombre del Maestro General de la Orden de Predicadores, la Cofradía del Rosario.

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TORRE E IGLESIA DE LA VICTORIA DE ÉCIJA

Traemos hasta aquí un ejemplo de los más absurdos e irresponsables derribos de una pieza del rico patrimonio artístico de la ciudad de Écija que se llevó a cabo en los años sesenta del siglo XX. Incomprensiblemente, la Iglesia de la Victoria, perteneciente a la ex-comunidad de los Mínimos, quedó mutilada por la desidia de los responsables: las dos portadas quedaron separadas del templosin que se llegaran a ejecutar ningún tipo de obra de consolidación.

Hasta el año 1965, en que dieron comienzo las polémicas obras, el templo poseía una gran nave y crucero, cubierta de artesa de recuerdos mudejáricos con interesante retablística. A todo ello se suma que parte de la retablística del templo fue trasladada a otras ciudades, entre ellas a Aracena, curiosamente ciudad natal del arquitecto que dirigía sus obras. El riquísimo artesonado fue también vendido y el bello cancel (que fue desmontado y trasladado al Palacio de Peñaflor), ha sido restaurado, afortunadamente, por la Hermandad del Cristo del Confalón.

Años después de las desafortunadas obras, tanto la torre como sus dos bellas portadas (una de acceso a través de la calle Victoria y otra a través de la calle Cristo de Confalón, presentan un lamentable estado de abandono y al borde de la ruina total.

En una de las fotografías se puede apreciar los andamios que fueron puestos para proceder a la restauración parcial de la torre de la Victoria con motivo de los desprendimientos que sufrió estaen el mes de junio de 1980. La obra, realizada por una empresa sevillana y, con la oportuna autorización del servicio de restauración de monumentos, fuetambién muy polémica. Si bien se consolidaron algunas piezas que se venían desprendiendo del chapitel, se optó, en vez de reintegrar los azulejos porenlucir con cemento y pintar, en blanco y azul dicho chapitel. El tiempo pronto puso al descubierto la nefasta ejecución de las obras.

El ex-convento de la Victoria, tan ligado a la historia de la ciudad de Écija, hoy simboliza la incuria que ha arruinado tanta riqueza del patrimonio artístico

Fuente. Así era mi barrio, Así era mi ciudad.
Juan Méndez Varo.

NO LLUEVE. ¿SACAMOS EN ROGATIVA AL CRISTO DE CONFALÓN?

Las rogativas, ritos populares católicos de súplica, frecuentemente acompañados de procesiones, se celebran con motivo de necesidades ocasionales. Los ecijanos, a través del tiempo, han acudido a las imágenes de más devoción popular en los casos de necesidad y preocupación generalizada. Y, posiblemente, una de las imágenes que con más frecuencia ha salido con este fin ha sido el Cristo de Confalón, que se venera en la Iglesia de la Victoria, y siempre, con una petición secular en Écija: implorar su auxilio para remediar la pertinaz sequía.

Para decidir la salida en rogativa dela imagen del Cristo de Confalón, la Hermandad se reunía con carácter extraordinario, e incluso como ocurrió el Cabildo celebrado el día 15 de abril de 1896, en el propio domicilio de su hermano mayor, el marqués de Peñaflor. Ésta convocatoria se hace a petición de Francisco Soria, miembro de la Hermandad de “Luz y Vela”, y varios señores más, con el fin de aprobar la salida en rogativa del Santo Cristo “para remediar la grave sequía que se experimentaba”. Una vez debatida la petición, y si se accedía a ello, la hermandad ordenaba la salida de su titular y marcaba el itinerario. En ésta que nos referimos, la procesión en rogativa salió desde la iglesia de la Victoria para continuar por la calle Cambroneras, a cuyo final tomó a la izquierda para seguir por el camino de la Guitarrera en dirección al Cerro de la Pólvora y, desde ahí, regresar al templo(1).

La primera salida en rogativa del presente siglo, que tengamos noticias, se aprueba en Cabildo celebrado a las quince horas del día 10 de abril de 1903, después de finalizar los cultos de las tres horas que se celebraban en la iglesia de la Victoria el Viernes Santo, En esta ocasión la convocatoria se lleva cabo a instancia de “varias personas distinguidas de la ciudad y como consecuencia de la época que se atravesaba debido a la sequía”. La Hermandad lo aprueba, pero en esta ocasión modifica su itinerario efectuándose desde la propia iglesia para tomar la calle Victoria, girar a la izquierda para seguir por la carretera de Osuna, camino de Granada, y regresar por la calle Cambroneras al templo.

La fotografía de la salida de Cristo de Confalón de la Iglesia de la Victoria que hemos recuperado del archivo de la hermandad, pertenece a la rogativa que tuvo lugar el día 4 de abril de 1929. Tiene la originalidad, con respecto a las tradicionales, que el Cristo es portado con el “paso” con el que hace su salida procesional el Jueves Santo.

(1)Libro Actas de Cabildos de la Hermandad.

Fuente: Imágenes y Recuerdos de la ciudad de Écija. Juan Méndez Varo.

LA ÚLTIMA CENA DE JOAQUÍN ROMERO MURUBE

El excatedrático de Derecho Mercantil Manuel Olivencia es uno de los pocos comensales que tuvieron el privilegio de cenar con Joaquín Romero Murube la noche del 14 de noviembre de 1969, muy pocas horas antes de que sufriese el infarto de miocardio que le causó la muerte al que había sido director-conservador del Alcázar. El catedrático de Derecho Financiero y Tributario de la Hispalense Jaime García Añoveros, que luego llegaría a ser ministro de Hacienda con UCD, fue el anfitrión del banquete, organizado en el salón comedor de su piso del entonces flamante barrio de Los Remedios. Según rememora Olivencia, Romero Murube no era una persona de militancia activa, ni mucho menos conspirador. Su posicionamiento lo cataloga como el de un intelectual libre e independiente, que nunca aceptó ataduras de nadie. En definitiva, un ejemplar empleado público, tal como llegó a autodefinirse el propio Joaquín entre plato y plato.

Olivencia no considera, por tanto, que Romero Murube compartiese en aquel momento su misma idea política ni de la de García Añoveros -ambos situados más al centro que Joaquín-, como fundadores muy pocos años después del Partido Social Liberal Andaluz, finalmente integrado en la Unión de Centro Democrático de Suárez. Romero Murube se encontraba la noche de su última cena muy cerca del «cura rojo». A una pregunta de Pablo Atienza, marqués de Salvatierra, sobre el sonriente sacerdote que tanto simpatizaba con la izquierda, contestó Joaquín presumiendo de ser un gran conocedor de José María Javierre, cuya pluma también piropeó. El entonces director de «El Correo de Andalucía» comenzó a defender los derechos de los trabajadores frente a los dictámenes del franquismo, amparándose en la protección del cardenal Bueno Monreal y comenzó a pensar en los valores democráticos al regreso de Roma, después del Concilio Vaticano II en 1965. Y Romero Murube, según recuerda Olivencia, ciertamente se sentía bastante comprometido con ellos.

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Con la irrupción del desarrollismo franquista propulsado por los tecnócratas, a inicios de los años 60, llegó a Sevilla la picota y comenzaron a acometerse grandes obras de transformación. Es entonces cuando estalla Joaquín y se emplea a fondo contra la destrucción patrimonial mediante una combativa lucha intelectual, principalmente desarrollada desde las páginas de este periódico con aquellos artículos tan peleones. Romero Murube no se oponía a una adaptación a los tiempos. Lo que pretendía impedir era que la evolución fuese solo materialista y arrolladora.

Pese a la declaración de conjunto histórico-artístico monumental en 1964, Urbanismo no impedía la demolición y resolvía los expedientes de infracciones urbanísticas mediante la liquidación de una sanción económica. No pudieron salvarse de la especulación algunos conventos ni muchas casas palacio. Así comenzó a certificarse la defunción de buena parte del caserío antiguo y la idiosincrasia arquitectónica de la ciudad.

Libro sobre Sevilla

El asunto que verdaderamente había motivado la convocatoria de la cena -que sirvió como estreno de una majestuosa lámpara de cristal de murano colocada con el asesoramiento artístico de Joaquín-, fue el ambicioso proyecto editorial que Murube llevaba meses coordinando después de haber entusiasmado a García Añoveros, con cuyo concurso había logrado el patrocinio del Banco Urquijo, del que el catedrático era director de estudios. Romero Murube estaba capacitado para diseccionar e interpretar como nadie la identidad socio cultural sevillana y concebir aquel proyecto respetando su tradición y previendo la modernidad. Siguiendo la estela de otros libros editados en capitales europeas (París y Venecia), Romero Murube había ideado realizar un amplio estudio de autorías conjuntas que se titularía «Sevilla, biografía de una ciudad», con la coordinación de Muñoz Rojas, el propio Jaime García Añoveros, José Guerrero Lovillo y Francisco Aguilar Piñal. Un resumen elegante, agudo y completo de una ciudad vitalista, aún viva, no petrificada en el pasado. Se celebraron varias reuniones en la sede sevillana del Banco Urquijo y levantó actas de todas las sesiones el historiador Aguilar Piñal. A sus 86 años, desde su residencia en Madrid, recuerda que los borradores de aquel gran trabajo que finalmente no vio la luz, tras el repentino fallecimiento de Romero Murube, los depositó en el Archivo Municipal de Sevilla.

El testimonio más hermoso de Olivencia sobre el poeta del Alcázar lo define como un «amante de Sevilla», cuyo dolor fueron todas las transgresiones que se cometieron. A su juicio, fue un ser con una extraordinaria sensibilidad poética, un gran filósofo y, sobre todo, dotado de una actitud ética muy elogiable. Entendía que los sevillanos tenían la obligación moral de conservar el tesoro que se estaba dilapidando. Aunque había nacido en la calle Real de Villafranca de Los Palacios en 1904, el mismo Romero Murube dejó escrito que, cuando se muriese, quería ser la gracia pura de una ciudad de la que estaba locamente enamorado. Así lo reconoce en su Canción del Amante andaluz, en la que proclama emocionado y orgulloso: «…qué novia tengo en el aire de Sevilla».

http://sevilla.abc.es/cultura/libros/sevi-ultima-cena-joaquin-romero-murube-201711150941_noticia.html

JULIO MAYO ES HISTORIADOR

SALIDA PROCESIONAL DE LA IMAGEN DEL PILAR

Desde muchos años existía en la sacristía de la Iglesia de Santa María, un cuadro de la Virgen del Pilar Patrona de la Hispanidad de gran devoción. Su párroco Francisco Domínguez, con el fin de hacer más tangible esa devoción encargó al escultor sevillano Cayetano González, una imagen de talla que durante muchos años, procesionó por las calles de nuestra ciudad.

La nueva imagen fue colocada en el templo de Santa María con la correspondiente licencia del Cardenal Segura, en un altar procedente de la desaparecida Iglesia de la Concepción. Allí recibió culto hasta que por orden expresa del citado Cardenal Segura, en mayo de 1950,tuvo que ser entregado al párroco de la Iglesia Mayor de Santa Cruz, y colocado como altar mayor.

Diez años estuvo vacío el testero donde se encontraba el altar de la Virgen del Pilar. Todo ello transcurrió así hasta que, tras fallecer el anterior párroco, Francisco Domínguez, se hizo cargo del templo de Santa María un joven sacerdote procedente de El Rubio, Esteban Santos Peña. Sus primeras gestiones fueron levantar uno nuevo y colocar en él a la Virgen del Pilar, que se ejecuta gracias a la ayuda económica recibida de los Marqueses de Almenara, por la devoción y cariño que profesaban a la Parroquia y en recuerdo al desaparecido sacerdote. El nuevo altar fue obra del escultor ecijano Guillermo Riego Vargas, que se valió de restos de antiguos retablos. Fue bendecido por el Obispo Auxiliar de la Archidiócesis Monseñor José María Cirarda el día 13 de octubre de 1960.

En una de lasimágenes puede observarse el numeroso público que se dabacita a la salida procesional de la Virgen del Pilar del templo de Santa María. El paso iba custodiado por la guardia civil con sus trajes de gala; y la peana de la Virgen iba envuelta por la bandera española. En la otra imagen podemos ver a la imagen de la Virgen del Pilar en el altar situado de la iglesia de Santa María y que vino a reemplazar al trasladado a la Iglesia de Santa Cruz.Como se sabe este nuevo altar ardió completamente debido a un incendio fortuito en la noche del 18 al 19 de octubre de 1994.

Fuente. Memoria de una Década, 1960-1969, Juan Méndez Varo.

FIESTAS DEL ALGODÓN

0107La I Fiesta del Algodón tuvo lugar en 1961, incorporándose a la centenaria feria de septiembre. En la Plaza de Santa María, frente al monumento de la Virgen del Valle, se alzó el trono y el dosel, destinados a ser ocupado por la reina y sus damas. En coches enjaezados a la andaluza, llegó el cortejo real acompañado de la Corporación Municipal escoltado por los maceros del Ayuntamiento yhaciendo su triunfal entrada en la plaza bellamente engalanada a los acordes del himno de la ciudad, interpretado por la Banda Municipal.

En esta edición fue proclamada reina de las fiestas la joven Beatriz Osuna Fernández de Bobadilla, y sus damas, María de los Ángeles Martín Conde, María del Valle Osuna Fernández de Bobadilla, María Dominica Gordon González de Aguilar, Lolita Moreno Díaz, Pilar Osuna Fernández de Bobadilla, Margarita Díaz Martínez, María Victoria Osuna Mínguez, y María del Valle Osuna Saavedra. A continuación, el alcalde de la ciudad dirigió unas palabras a los asistentes y a continuación dar paso a Víctor Losada Galván como presentador del mantenedor y primer pregonero de las fiestas, Manuel Figueroa Rojas.El acto fue presidido por el Gobernador Civil de la Provincia, Hermenegildo Altozano.

La ofrenda del algodón, ante el monumento a la Virgen del Valle, se celebró el último día de feria de septiembre y estuvo revestida según la prensa local “por el calor del pueblo y por la soledad de los actos oficiales”.Por las calles de la ciudad desfilaron coches enjaezados y cuatro carrozas escoltadas por caballistas. El primer premio de carrozas recayó en la que representaba a la vecina villa de Luisiana, cuyo alcalde era Ramón Freire González; y el segundo lo obtuvo la que representaba a la Hermandad de Labradores.

Fuente: Memoria de una Década, Écija 1960-1969, Juan Méndez Varo.

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