ASOCIACIÓN PROVINCIAL SEVILLANA DE CRONISTAS
E INVESTIGADORES LOCALES

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Hoy 23 de abril, DÍA INTERNACIONAL DEL LIBRO, quiero rendir mi particular homenaje a todos los Cronistas e Investigadores Locales agradeciéndoles todo lo que aportan, de manera desinteresada y altruista, a sus pueblos y a la ciudadanía en general. Y lo quiero hacer compartiendo, nunca lo he hecho,  un artículo titulado “Los cronistas de los pueblos” y que hace unos años se publicó en un periódico sevillano.

“Acabo de leer el libro de don José Antonio Fílter “Las colonias sevillanas de la ilustración”. Es un trabajo riguroso, documentado y encomiable sobre el proceso de poblamiento llevado a cabo por el rey Carlos III  en Sierra Morena y Andalucía. Este libro se centra especialmente en las localidades sevillanas que nacieron con este proyecto: La Luisiana, Cañada Rosal y El Campillo. No conozco personalmente al señor Fílter, pero a través de su libro puedo acceder a datos desconocidos por mí y por muchos andaluces sobre las peripecias de aquellos bávaros, renanos, flamencos, franceses o italianos que vinieron en busca de una tierra de promisión. Muchos murieron en la empresa y otros quedaron para enriquecer el patrimonio étnico de nuestra tierra. Si el lector se toma la molestia, aún puede encontrar en estas localidades apellidos como Hans, Fílter, Duvisón, Bacter, Hebles, Rúger, Pigner, Delis, Ancio… como reliquia de aquellos que vinieron en busca del “paraíso del sur”

Me entero a través del libro del señor Fílter que el autor es Cronista Oficial de su pueblo, Cañada Rosal. Que se celebran congresos sobre la colonización que Carlos III encargó a Pablo de Olavide. Que hay incluso una Asociación dedicada a estudiar y difundir la materia…

Por este libro y por otros trabajos que a menudo caen en mis manos  me veo en la necesidad de rendir homenaje a esos entrañables cronistas e investigadores locales. A esos gigantes defensores de la historia, las costumbres y el patrimonio de nuestros pueblos. A esos que, en la más absoluta soledad y con penuria de medios se desviven por rescatar documentos, reunir datos y confirmar suposiciones. Esos que, en un doloroso anonimato, aportan las piezas del mosaico que constituyen, al final la historia teselada de un pueblo, de una nación o de la humanidad.

A esos gigantes del espíritu que agotan su tiempo o su esfuerzo en los archivos municipales, parroquiales o nacionales, o en los desvanes de sus casas, dejándose las pestañas, el tiempo y las ilusiones en la búsqueda de un dato, un documento o una referencia. Acumulando y ordenando información que piensan que algún día podrá ser útil a otros, verlo publicado en un libro o quizás para que en la escuela del pueblo a algún maestr@ se le ocurra enseñar a los niños su historia más cercana, la historia de su pueblo y de su gente.

Otros, como el señor Fílter, tienen la fortuna, o quizás la perseverancia necesaria para ver publicados sus trabajos. Quizás no tengan el eco social que ellos sueñan. Pero el fruto de su trabajo queda impreso y espero que algún día se valore en lo que se merece.

Yo, a estos entrañables cronistas e investigadores de los pueblos hoy les rindo mi particular homenaje. Hoy desde estas líneas. Y a lo largo del año, de la forma que a ellos sé que más les ilusiona: los leo.” (Extracto del artículo de Ezequiel Mozo Vargas)

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