22/06/18 | Actualidad
Fue corresponsal de ABC durante más de diez años (1963-1973)
Don Miguel Roldán Roldán (1931-2018), se llevó toda la vida buscando el adjetivo adecuado para definir cada nombre, cada situación descrita. No hay un escritor que haya relatado con tanta sutileza nuestros paisajes de marisma, ni retratado el contexto social de Los Palacios y Villafranca en la época de posguerra como Miguel Roldán, quien, falleció este pasado viernes, a sus 86 años, después de una larga enfermedad. Desde finales de la década de 1950, este empleado de banca participó de modo activo en la entonces precaria vida cultural de la localidad, como la creación de la primera Biblioteca municipal, el grupo cultural «Marisma», en la que coincidió con Rafael González Palacios y Paco Cabrera; la fundación de entidades como el Casino y la Peña deportiva. Luego, en la década de 1980, intervino en la organización del Ateneo de Los Palacios, de cuya revista, «El Soberao», fue un destacado colaborador.
A finales de 2011, salió la última edición de sus «Relatos palaciegos», libro en el que se reúnen muchos de los artículos publicados por Roldán en la revista ateneísta. La magia narrativa de Miguel reside en la capacidad de envolver escenarios, personajes y objetos mediante la seducción de palabras sugestivas, hábilmente escogidas. Todo ello salpicado de ingeniosas anécdotas, en las que humanidad e ironía se conjugan con genialidad, de manera que su obra alcanza una universalidad alejada de cualquier localismo.
Si Romero Murube inmortalizó en su libro «Pueblo Lejano», la villa de las primeras décadas del siglo XX, Miguel Roldán se ocupó de narrar las décadas posteriores a la Guerra Civil. Precisamente, el relato titulado «La invitada», cuenta el duro castigo al que fue sometida una de las mujeres en aquellos años. Pero su espíritu constructivo le llevó a modelar un lenguaje reconciliador, que le permitió compartir sus proyectos con personas de mentalidad e ideologías distintas a la suya.
Creyó siempre en las letras para enarbolar la lucha y transformar la adversidad en aras del progreso educativo y cultural de su pueblo natal. Por ello, la década que ejerció como corresponsal del diario ABC de Sevilla (1963-1973), preñó sus artículos de reivindicación y compromiso para paliar las tremendas deficiencias del momento. En uno de ellos, titulado «Lucha contra el chabolismo», expresa: «…El sonido metálico del palustre partiendo ladrillos suena en el barrio del Matadero como un repique de gloria y de esperanza. Conozco esos amaneceres de un cielo desteñido y cruel que son la burda frazada que cubre a toda una familia ubicada en una sola habitación de cañas repelladas de barro».
El veneno flamenco y gitano atrajo la curiosidad intelectual de Miguel, quien participó también en la formalización de la peña flamenca «El Pozo de las Penas», así como en la constitución canónica de la Hermandad del Rocío de Los Palacios y Villafranca, en 1972. Su constante compromiso social, lo acompañó de otras inquietudes e iniciativas políticas que desarrolló con la llegada de la Transición democrática.
http://sevilla.abc.es/provincia/sevi-palacios-y-villafranca-pierde-escritor-miguel-roldan-destacado-hombre-cultura-201806181417_noticia.html
Julio Mayo
17/10/16 | Articulos
Nuestro Archivo Municipal no conserva documentación histórica ninguna sobre el proceso de integración de ambas villas, consumado en 1836. Y no porque hubiesen quedado destruidos los legajos y expedientes por el incendio de 2013, sino por otras vicisitudes de diversa consideración que han impedido que los papeles siquiera llegasen a sobrevivir las primeras décadas de 1900. Esta circunstancia adversa nos llevó a tener que reconstruir este episodio tan importante de nuestra historia local, a través de otros archivos y centros documentales de ámbito provincial, regional y nacional.
En estos días que el Ayuntamiento impulsa la conmemoración del 180º aniversario de la unión, hemos tenido la fortuna de descubrir en el Archivo del Arzobispado de Sevilla una comunicación, fechada el 12 de junio de 1836, que remitió el alcalde don Juan García Vides al gobernador eclesiástico, suplicándole que dejasen ejercer como cura a su hermano don Miguel García en la parroquia del pueblo recién juntado. El oficio lleva estampado, en su parte superior, un precioso sello –primero que se conoce de la unión–, que luego dio origen al escudo municipal. El hallazgo ha venido a resolver muchas dudas sobre el origen del enlace poblacional. Certifica que el nombre que se le otorgó al municipio fue el de Los Palacios y Villafranca, después de que se hiciese desaparecer la referencia locativa «de la Marisma» de Villafranca. Pero una de las aportaciones más novedosas corresponde a la configuración de la escena central, ocupada por dos personas de distinta condición social que representan, por una parte, al administrador de la Casa de Arcos –estado señorial al que perteneció históricamente Los Palacios hasta la definitiva abolición de los señoríos en 1835–, y a un labrador de Villafranca de la Marisma. Estos aparecen curiosamente fundidos en un abrazo fraternal y no dándose la mano, como muestra el escudo actual. Queda patente así la gran victoria de aquellos hombres que consiguieron desterrar privilegios de siglos anteriores y plasmaron así el triunfo de la lucha social y política del momento. Subyace del icono un trasfondo ideológico que exalta la igualdad de los hombres. No solo ante Dios como había sido hasta entonces, sino también ante la ley y la vida misma.
La fusión de Villafranca de la Marisma con Los Palacios constituyó un hito en la distribución racional de la propiedad agrícola y organización del propio término municipal. Se impulsó un reparto equitativo de las tierras expropiadas por el gobierno a la Iglesia mediante la desamortización, y los terrenos de Propios del común se parcelaron para poder ser repartidos en lotes de tierras entre muchas familias, que pudieron comprarlas o alquilarlas. Los medianos propietarios terminarán convirtiéndose en el pilar fundamental de la sociedad local, naciendo así un nuevo movimiento obrero como alternativa al capitalismo.
Por tanto, este primer escudo es un espejo que proyecta la significación que la unión supuso en aquellos momentos del primer tercio del siglo XIX, en el que los pueblos sevillanos y españoles iniciaron su reorganización política, económica y sociocultural, al tiempo que comenzaron a establecer las bases para su desarrollo, después de que el ministro Javier de Burgos hubiese promulgado la división provincial de España en 1833.
Aquel histórico acuerdo de 1836, que encarna el logro de la lucha por la tierra y representa la pujanza de la actividad agroganadera, es a nuestro juicio el homenaje más hermoso que se le puede tributar a la memoria de aquellos y aquellas que han trabajado tanto, de sol a sol, porque son ellos verdaderamente quienes llevan escrita la historia de este pueblo en las palmas de sus manos encalladas y agrietadas, pero también rebosantes de humanidad.
JULIO MAYO
25/08/16 | Actualidad
La Asociación de Amigos de Écija sigue con su lucha y solícita de nuevo al consistorio astigitano que haga cumplir la legislación vigente y que se retire el cableado eléctrico de las torres y palacios de la ciudad ecijana, los cuales están provocando un daño visual al conjunto Histórico-Artístico de Écija.
Desde la asociación se pide la retirada del cableado existente en los distintos monumentos de la ciudad es una reivindicación que se lleva haciendo desde hace tiempo, y por eso se vuelve a solicitar y seguiremos solicitando la retirada del cableado eléctrico de las torres y palacios de nuestra ciudad, que tanto daño visual está haciendo al conjunto histórico-artístico».
Por tal motivo, Amigos de Écija vuelve a pedir al Ayuntamiento de Écija que haga cumplir Ley 14/2007, de 26 de noviembre, de Patrimonio Histórico de Andalucía, en especial su artículo 19, sobre contaminación visual o perceptiva, el cual dice que «se entiende por contaminación visual o perceptiva, toda aquella intervención, uso o acción en el bien o su entorno de protección que degrade los valores de un bien inmueble integrante del Patrimonio Histórico y toda interferencia que impida o distorsione su contemplación».
Las fotografías que se adjuntan hablan por sí.


09/08/16 | Articulos
Publicado en ABC de Sevilla, viernes 5 de agosto de 2016, pág. 28.
Concerniente al patronazgo que la Santísima Virgen de las Nieves viene regentando históricamente sobre Los Palacios, había sido muy escueta la información que hasta el momento poseíamos, mínimamente aportada por varios expedientes de la segunda mitad del siglo XVIII, y otros tantos fechados en el transcurso del XIX. Conocíamos que una pequeña efigie gótica de talla era la representación escultórica de la primitiva imagen titular de la parroquia –pues la actual es de vestir–, dedicada precisamente al título de Santa María la Blanca, desde que se edificara el templo hacia 1440 por mandato del duque de Arcos, don Juan Ponce de León. Sin embargo, el descubrimiento del acuerdo adoptado por el Concejo municipal de Los Palacios, el 9 de febrero de 1653, en el que figura invocada como patrona –según expresa el acta– «la gloriosa Virgen, Santa María de las Nieves», documenta con rigor la alta distinción que los moradores de la población le habían otorgado ya, con anterioridad a aquel momento de tanta penuria de mediados del siglo XVII, en el que tantos estragos causó la pestilencia entre los habitantes. En razón de la protección milagrosa que la Virgen Blanca hubo de proporcionar al vecindario en momentos adversos, es muy posible que la corporación la hubiese proclamado patrona, incluso antes de que visitasen el pueblo los Reyes Católicos (1490), y hasta el mismísimo Cristóbal Colón, acogido como huésped por el cura y cronista, don Andrés Bernáldez en 1496, después de que el conquistador regresase de su segundo viaje a América.
Este interesantísimo manuscrito se conserva en el Archivo parroquial de San Juan Bautista de Marchena, cuyo municipio fue durante varios siglos cabeza del estado de Arcos y, en cuyo templo llegaron a solemnizarse importantes funciones religiosas, a las que acudían los representantes de cada uno de los lugares del señorío. Una de aquellas convocatorias colectivas tuvo lugar el domingo 26 de febrero de 1653, día en el que la casa de Arcos renovó su adhesión a la defensa de la pureza inmaculada de la Virgen María, por haber sido concebida sin mancha de pecado original. Al margen de los valores religiosos del documento que analizamos, queremos resaltar así mismo la significación política que representó aquel gesto de apoyo institucional, brindado por la casa de Arcos a la monarquía hispánica, que tanto se involucró en requerir al Papa la definición del dogma concepcionista, entre la gran oleada de votos que se suscribieron aquel mismo año de 1653 en numerosos pueblos de Andalucía, a raíz de la iniciativa promovida desde la Corte. A aquella misma fecha corresponde también, por ejemplo, la invocación inmaculista rogada por el pueblo de Almonte a la Virgen del Rocío.
El acta remitida por el Ayuntamiento de Los Palacios no puede confundirse con el nombramiento oficial del patronazgo, porque se trata de una petición implorada por la corporación municipal a la Virgen de las Nieves, así como a todos los santos del cielo, con el propósito de que ayudase a conservar vivo este misterio de la fe católica entre los pobladores del estado de Arcos. El entonces duque, don Rodrigo Ponce de León, solicitó a cada uno de los cabildos civiles que se oficiara simultáneamente en la iglesia principal de cada pueblo, con independencia de la celebración en Marchena, otro acto litúrgico de gran boato, en el que se invocara la virtud virginal de María. Según el testimonio que hemos descubierto, componían el Concejo, Justicia y Regimiento de Los Palacios, el corregidor don Juan Esteban Pachón, los alcaldes Nicolás Martín Moreno y Andrés López Gallardo, el Alguacil mayor Diego Lozano Cortés, y los regidores Hernando Moreno, Alonso Muñoz Parrales, Domingo Hurtado y Francisco Falcón, junto a otros tantos concejales más. Es muy llamativo que uno de los testigos comparecientes ante el escribano palaciego que autentificó el acuerdo, fuese el vecino de Villafranca de la Marisma, Francisco Begines. En aquellos años del Barroco aún no se había producido la unión de ambas localidades. No obstante, a nivel eclesiástico sí dependían conjuntamente del mismo templo parroquial, situado en la jurisdicción de la antigua villa de Los Palacios.
Hasta 1836, una vez que desaparecieron los señoríos, no se consumó la unidad política entre Villafranca y Los Palacios, que continuó conservando el reinado espiritual de Nuestra Señora de las Nieves. El gran esfuerzo de su vecindad por formar un solo pueblo –fundamentado en el hermanamiento y no en la independencia–, no se ha perdido, pues fue el acontecimiento más importante de toda la Historia local. Como tampoco quedó relegado al olvido el compromiso religioso y la perseverancia de aquellas mujeres y hombres que mantuvieron intacto el legado cultural recibido de sus antepasados, cuyo símbolo más logrado aún lo encarna hoy, cuando se conmemora el 180º aniversario de la unión (1836-2016), la resplandeciente blancura inmaculada de su Madre de las Nieves.
JULIO MAYO ES HISTORIADOR Y ARCHIVERO MUNICIPAL DE LOS PALACIOS Y VILLAFRANCA
Fuente: http://sevilla.abc.es/provincia/sevi-documento-antiguo-sobre-patronazgo-nieves-palacios-201608051851_noticia.html
01/03/16 | Articulos
El antiguo Cristo de la hermandad de Vera Cruz de Los Palacios, que en este 2016 cumple su 450º aniversario fundacional, se encuentra hoy en la Parroquia de El Castillo de las Guardas, después de que fuese llevado allí en 1940 cuando la hermandad de Los Palacios recibió en donación el actual titular cristífero, que es una talla realizada por Antonio Castillo Lastrucci.
En base a unos interesantísimos documentos localizados en el Archivo del Arzobispado, probablemente pueda recuperarse la imagen del Crucificado para el pueblo de Los Palacios.
Cesión del antiguo Crucificado de la Vera Cruz a la parroquia de El Castillo de Las Guardas (1940)
A la memoria de Julio Murube Baquero (q.e.p.d.).
Cuánto hubieras disfrutado con este artículo…
El descubrimiento reciente, por nuestra parte, de unos documentos que se encuentran custodiados en el Archivo General del Arzobispado de Sevilla, dentro de la serie «Asuntos Despachados» y que no se hallan accesibles a la consulta de los investigadores, van a ayudarnos a reconstruir, con rigor, un episodio de la historia reciente de nuestra hermandad que, hasta el momento, no estaba del todo claro. Cuando mi abuelo Juan Antonio Rodríguez, el de «la Curá», donó oficialmente el actual Crucificado a esta cofradía en propiedad, el 17 de marzo de 1940 , se habían producido ya previamente una serie de trámites administrativos y actos de carácter técnico, como la visita a nuestro pueblo girada por el catedrático de Historia del Arte, don José Hernández Díaz. El eminente profesor de la Universidad hispalense, que luego llegaría a ser incluso hasta alcalde de la ciudad de Sevilla, vino como miembro de la Delegación diocesana de arte a inspeccionar las posibles fórmulas de plegar la cruz de la nueva imagen realizada por Lastrucci, con el fin de poder salvar las dimensiones reducidas que entonces tenía el vano de la puerta de la capilla cuando verificase la salida en el paso procesional. Al día siguiente de haber estado aquí, Hernández Díaz elevó un informe al Arzobispado en el que reflejaba el escaso valor, que a su juicio, poseía el antiguo Crucificado y significó, además, que aquel había sido cedido por una devota. Se deducía de su dictamen, lógicamente, que la imagen no era propiedad de la Iglesia. El fragmento de su veredicto, redactado el 15 de enero de aquel 1940, quedó expresado al tenor siguiente: «Dicha cofradía posee como titular una imagen de Crucificado, de tamaño académico, carente de interés artístico, que donó hace años doña Ana Saldaña. Esta imagen desea ser sustituida por una figura de dicha advocación, tallada por el Sr. Castillo Lastrucci, obra de buena factura, digna de ser bendecida y expuesta a la pública veneración» .
Institución Colombina. Solicitud de doña Nieves Murube a la autoridad eclesiástica,
reconociendo ser la familia Murube propietaria del Crucificado. 1940
Precisamente, doña Nieves Murube, madre del escritor palaciego y conservador de los Reales Alcázares de Sevilla, Joaquín Romero Murube, se erigió en portavoz de la familia Saldaña–Murube para reclamar la pertenencia del expresado Crucificado al tiempo que solicitaba poder trasladarlo al templo parroquial de El Castillo de Las Guardas, a cuyo pueblo había llegado su otro hijo, Rafael Romero Murube, para desempeñar el cargo de secretario municipal en Ayuntamiento de aquel municipio. El 20 de septiembre de 1940, doña Nieves Murube Pérez, que figura en el documento de solicitud domiciliada en el Patio de Banderas, número 1 (vivía ya con Joaquín en el Alcázar), exponía al cardenal Segura su petición así:
«Doña Ana Saldaña viuda de Felipe Murube donó a la Capilla de Los Remedios del vecino pueblo de Los Palacios, un crucificado con su dosel, en ocasión de no haber ninguno en dicha Capilla [de Los Remedios]. Posteriormente ha sido ya dotada la referida Capilla con una hermosísima imagen de Jesús Crucificado donación también de otras personas piadosas amantes de la meritada Capilla de Los Remedios. No recibiendo culto actualmente de ninguna clase el primer Crucificado antes mencionado, y sin que ello cause ninguna perturbación pues ha sido previamente consultado el Párroco de Los Palacios, pedimos a Su Eminencia Reverendísima autorice el traslado del primer crucificado con su dosel al Pueblo del Castillo de las Guardas, cuya Iglesia saqueada en tiempo de los rojos, no conserva ninguna imagen. Pedimos la autorización de Vuestra eminencia ya que sin ella no sería posible este traslado que tanto beneficiaría los actos piadosos de un pueblo tan castigado por la furia antirreligiosa como lo fue el Castillo de las Guardas. Los gastos que pudieran subvenir por el traslado de la meritada Imagen, correrían a cargo de personas piadosas del pueblo que recibiría la imagen, las cuales se unen fervorosamente en mi ruego» .

Institución Colombina. Informe suscrito por el párroco de Los Palacios, don Manuel Fontades
Una vez que las autoridades eclesiásticas sevillanas recibieron la instancia en el Palacio Arzobispal, requirieron con fecha 27 de septiembre al señor cura párroco de nuestro pueblo, en aquel tiempo don Manuel Fontades Rodríguez, que redactase un informe sobre lo suplicado por la señora Murube, en el que sentenció: «Digo que por mi parte no hay inconveniente aunque sea cedido el Crucificado interesado, pues aunque tenía el proyecto de colocarlo en la capilla del Cementerio, cuando ésta se arreglara, pero, para esto, me será fácil obtener otra imagen parecida (…/..), si al ilustrísimo señor Vicario le parece bien, puede decretar la autorización para que sea entregada la citada imagen a la Parroquia de Castillo de las Guardas» .
Los Murube quedaron emparentados con la familia Saldaña por mediación de don Felipe Murube Murube, que estuvo casado con doña Ana Saldaña Garzón, a cuya señora hizo reconocimiento público nuestro Ayuntamiento, en el año 1928, designándola como Hija Predilecta de la villa, después de las obras de mejora que costeó en nuestra capilla. La abuela de don Joaquín Romero Murube, doña Ana Pérez Jiménez, pagó de su dinero particular la restauración del antiguo Crucificado, en 1889, y su hija doña Nieves Murube Pérez quedó como legítima propietaria de la imagen que habían cedido los Saldañas muchísimos años antes. Cuando Rafael Romero Murube entró a trabajar como secretario municipal del Consistorio de El Castillo de Las Guardas, como la iglesia de aquel pueblo había quedado despojada de imágenes sagradas después de la Guerra Civil, se valió de su madre doña Nieves para cumplimentar la tramitación del envío de la efigie, que fue trasladada en una camioneta de la compañía «Marismas». Viven dos hijas de Rafael Romero Murube: Rafaela Romero de la Maya, «Fali», y Nieves, esposa del médico don Juan Antonio Rivero.
*Bibliografía: MAYO RODRÍGUEZ, Julio: «Un siglo de obras en la Capilla de San Sebastián», en Boletín Vera Cruz, cuaresma de 1998, págs. 8–13; del mismo autor: «Túnicas negras de cola y faja de esparto para nuestros nazarenos. Noticias históricas de la reorganización de nuestra Hermandad», en Boletín Vera Cruz, cuaresma de 2000, págs. 14–16; También del mismo autor: «Doña Ana Saldaña Garzón. Su nombramiento de Hija Predilecta de la villa», en Boletín Vera Cruz, cuaresma de 2001, págs. 23 y 24.
Es el momento de recuperar el antiguo Crucificado que está en el Castillo de Las Guardas
Estos escritos dejan muy claro que el Cristo antiguo que había en la capilla de San Sebastián, con anterioridad a la llegada del tallado por Castillo Lastrucci, no poseía una tradición de siglos ligada a nuestra hermandad. Por esta sencilla razón, cualquier pretensión teórica de querer hacer coincidir su autoría con documentos de siglos pasados, que acreditaban el autor de un Crucificado que se mandó hacer para la Parroquia de Santa María la Blanca, de aquí de Los Palacios (en 1619), queda completamente invalidada.

Foto del antiguo Crucificado (Imprenta Furraque o Libro antiguo de Fotos del pueblo)
Y, sobre todo, los oficios administrativos que hemos hallado lo que acreditan es que el Crucificado que se encuentra en unas dependencias de la parroquia de El Castillo de las Guardas, retirado del culto, no forma parte de la propiedad de aquella iglesia. Sin embargo, sí lo es de la familia Murube-Saldaña. En este sentido es sumamente clarificador el informe emitido por el mismo párroco de Los Palacios de aquellos años, don Manuel Fontades, quien argumenta muy explícitamente que el Cristo fue cedido a la parroquial de aquel otro pueblo sevillano (ver ilustración 2). Ahora, es el momento para reivindicar la devolución del antiguo Crucificado que está en El Castillo de las Guardas, donde ya no tiene utilidad, después de haber sido cedido por una familia de nuestro pueblo en el año 1940.
*JULIO MAYO ES ARCHIVERO MUNICIPAL E HISTORIADOR