ASOCIACIÓN PROVINCIAL SEVILLANA DE CRONISTAS
E INVESTIGADORES LOCALES

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A NUESTRO COMPAÑERO JULIO MAYO

0395Adiós al archivo municipal de Los Palacios

Tocábamos las campanas y charlábamos, como dos adultos con memoria y poso suficiente para la reflexión, aunque yo no fuera más que un mocoso con una curiosidad por el mundo que iba más allá de lo que aparentaba. Pese a mi juventud, había aprendido que la señal en los entierros de las mujeres era una tin y una tan, mientras que en los de los hombres era dos tan, monótonos, periódicos, cada minuto o así, a lo largo de todo el funeral. Como éramos dos monaguillos, yo disfrutaba cuando la misa le tocaba al otro y podía compartir con Francisco Mayo, que iba para 80 años, la aprovechable velada de sus conocimientos mientras nos turnábamos en el toque.

De siempre me pareció un caballero educado y memorioso. No olvidaré jamás el contraste entre su conversación fluida y genial y la de otro viejo que yo había conocido al principio de mi llegada a la parroquia, Pepe el Moreno, el sacristán, que estaba a un paso de la agonía y que se desesperaba cuando me veía barrer tan torpemente. Me arrancaba el escobón de las manos, barría con suavidad, haciendo montoncitos con el arroz de las bodas para irlos a recoger después, mientras mascullaba con su dentadura postiza inadaptada: «Mira que es sencillo barrer»… A Pepe lo conocí poco porque, como digo, yo llegué cuando el Señor empezó a llamarlo, así que me dejó la imagen de hombre serio que no se correspondía tal vez con la realidad de sus buenos años, de esa época en la que, según me contaron luego, tenía graciosas salidas como decir en los entierros: «Yo no quiero que se muera nadie, pero que no se acabe el chorro». A Francisco me dio más tiempo tratarlo. Me enseñó muchas cosas mientras tocábamos las campanas de los entierros como quien echa un cigarro al atardecer.

En la misma época, yo aprendí mecanografía, informática, taquigrafía y hasta principios básicos de contabilidad en la academia que regentaba una de sus hijas, Rosario. Y conocí a uno de sus nietos, Julio, que apuntaba maneras de historiador y que, con el tiempo, se convertiría en el archivero municipal del pueblo. De modo que intimé con buena parte de su familia. Pero lo más conmovedor es que, también por la misma época, conocí una de las anécdotas que él me contaba mientras tocábamos las campanas que yo nunca hubiera conocido por otra fuente y que me pareció providencial para intimar con la mía sin tratarla siquiera. Francisco hizo la mili y participó en la guerra civil con mi abuelo parterno, Manolo Romero Castellano. Durante varios años fueron compañeros muy unidos. Pero yo, por motivos familiares que no vienen al caso, lo conocía poco. Apenas hablé con él unas cuantas veces. Y tal vez por ello me deslumbró más que Francisco me contara, entre risas que lo rejuvenecían, que durante aquellos difíciles años de la guerra, como mi abuelo tenía novia (mi abuela) y él no, Francisco le cedía el pase que le pertenecía para que se viniera a ver a mi abuela. «Iba a ver a María cuando le tocaba a él y cuando me tocaba a mí», decía Francisco con una risa que lo hacía retorcerse, con los ojos chiquititos. «Le decía: Toma, Manolo, vete con María, y allá que iba tu abuelo para ver a la novia», me contaba. Aunque niño, no se me escapaba la causalidad de que gracias a aquellos pases que le cedía a mi abuelo, la relación con mi abuela se consolidó hasta el punto de casarse con ella, tener siete hijos, incluido el penúltimo que fue mi padre y que, consecuentemente, yo mismo viniera al mundo.

Muchos años después, cuando todos murieron, a mí me siguió resonando en la memoria la risa franca y pueril de Francisco Mayo contándome aquellas batallitas y se me disparaba la imaginación para concluir que, de alguna manera, yo nací gracias a su generosidad soldadesca con uno de sus compañeros de pelotón. No se lo conté nunca a su nieto, Julio Mayo, a quien la vida me acercó por el amor común a las letras, y que el otro día, cuando el archivo del que él es responsable salió ardiendo, parecía un chiquillo consternado con el mundo, abrazado al único libro, el del Becerro, del siglo XVII, que salvó de las llamas.

Viéndolo llorar, me acordé de su abuelo, no sólo de cuando tocábamos las campanas, sino de cuando, ya mayor, coincidimos en su casa del campo, delante de una bandeja extraordinaria de tomate del pueblo bien aliñado. Viéndolo llorar, me pareció injusto para el pueblo que las llamas se llevaran en un rato toda la historia de un pueblo a la que él se ha entregado en cuerpo y alma, y no sólo él, sino el espíritu de su familia desde la afición a la historiografía de su propio abuelo. Me pareció injusto que Julito tuviera que llorar delante de un archivo carbonizado que era del pueblo entero pero que, sobre todo, era su archivo. Fíjense si Julito Mayo y el archivo y el pueblo son lo mismo que la dirección de su correo electrónico, antes de la arroba, es archivo41720. Nunca he conocido a nadie que, al margen de la lógica o ilógica vocación por su oficio, no pensara además en su trabajo como forma de llegar a fin de mes, sino como forma de vida. Julio siempre ha dicho que se aficionó a la Historia por su abuelo Francisco, que tenía un diario en el que escribía lo más relevante del acontecer del pueblo. Cada día apuntaba quién se había muerto, quién había nacido, quién se había casado con quién, qué hecho memorable había que recordar. Durante años. Esas libretitas empolvadas las guarda Julio en su casa como oro en paño. Y se han salvado de la quema. Al acordarme de ellas, me acordé también de Francisco, de mi abuelo, del arroz de las bodas, de las campanas, de mi cara de asombro descubriendo el mundo desde el porche de la parroquia… como si las llamas que han destruido el archivo me iluminaran la memoria hacia el origen de cómo empiezan los archivos personales de quienes no pueden vivir sin la Historia, la suya y la de todos.

Y mientras el pueblo dictaba sus sentencias, haciendo coincidir los indicios con los incendiarios; mientras los políticos se dedicaban a su estéril pelea… mientras crepitaban tantos disparates en el fuego amasado del odio y la hipocresía, yo me acordaba de los diarios de Francisco Mayo, a los que ahora tendrá que acudir su nieto para empezar a reconstruir la memoria de tantos desmemoriados. Que Dios le ayude. Y su abuelo desde la Gloria.

Por Alvaro Romero
Doctor en periodismo y profesor de literatura

Fuente: El correo de Andalucía

LOS CRONISTAS E INVESTIGADORES LOCALES DE LA PROVINCIA DE SEVILLA CELEBRAN SU X ANIVERSARIO EN LA FUNDACIÓN CRUZCAMPO EL PRÓXIMO VIERNES 24 DE MAYO

0352El próximo viernes 24 de mayo, a las 20,30 horas, la Asociación Provincial Sevillana de Cronistas e Investigadores Locales (ASCIL) celebra en los salones de la Fundación Cruzcampo su X Aniversario.

En dicho acto intervendrán Julio Cuesta, Presidente de la Fundación Cruzcampo, José Antonio Fílter, Presidente de ASCIL y Cronista Oficial de Cañada Rosal, Antonio Luis Galiano, Presidente de la Real Asociación Española de Cronistas Oficiales, Manuel García Fernández, Catedrático de Historia Medieval y Cronista Oficial de Carrión de los Céspedes que disertará sobre «La transcendencia de la historia local», Jorge Alberto Jordán, coordinador de la Revista-Anuario de Estudios Locales «ASCIL» que presenta su número 6 con un especial dedicado a esta conmemoración y Francisco Díaz Morillo, Delegado Territorial de Educación, Cultura y Deportes de la Junta de Andalucía.

También se proyectará a lo largo del acto el documental «ASCIL. 10 años comprometidos con la provincia» elaborado por Fernando García García y se hará entrega a Carlos F. Nogales del galardón al Premio del Concurso de Investigación Local sobre la provincia de Sevilla por su trabajo «La Parroquia de Nuestra Señora de Consolación de Aznalcollar. Historia y Arte».

EL PRÓXIMO VIERNES 10 DE MAYO SE PRESENTA EN LA LUISIANA EL LIBRO “DEL PALATINADO A LOS BALDÍOS DE MOCHALES” DE JOSÉ ANTONIO FÍLTER, JAVIER BERNAL Y ALVARO FÍLTER

0340El próximo viernes 10 de mayo se presenta a las 20,30 horas, en el Centro Guadalinfo de La Luisiana el libro «Del Palatinado a los baldíos de Mochales», del que son sus autores José Antonio Fílter, Cronista Oficial de Cañada Rosal y Presidente de la Asociación Provincial Sevillana de Cronistas e Investigadores Locales (ASCIL), el profesor Javier Bernal y Alvaro Fílter que ha diseñado las ilustraciones del mismo.

Del Palatinado a los baldíos de Mochales es una obra que pretende acercar a niños y jóvenes la historia de aquellas familias centroeuropeas que a mediados del siglo XVIII abandonaron sus países de origen para dar vida a las Nuevas Poblaciones de La Luisiana, El Campillo y Cañada Rosal.

Esta publicación sale a luz con el convencimiento de que trabajar el conocimiento de nuestro patrimonio histórico local con los jóvenes despierta en ellos un profundo interés por lo «nuestro» y aumenta su conciencia de preservar y defender aquello que atesora nuestros pueblos. En el caso de estas colonias sevillanas, el rico legado cultural que nos dejaron aquellos colonos y colonas centroeuropeas que en plena ilustración convirtieron unas tierras yermas en pueblos vivos.

LA ASCIL CELEBRA EL PRÓXIMO 24 DE MAYO, EN LA FUNDACIÓN CRUZCAMPO, EL X ANIVERSARIO DE SU FUNDACIÓN

LogoAscilaniversarioEl Salón de Actos de la Fundación Cruzcampo acogerá a las 20,30 horas del viernes 24 de mayo, uno de los actos más importante de la historia de la Asociación Provincial Sevillana de Cronistas e Investigadores Locales (ASCIL, la celebración del X Aniversario de su creación.

Dicho acto se desarrollará conforme al siguiente:

PROGRAMA

Palabras de Salutación y bienvenida Julio Cuesta Domínguez,
Presidente de la Fundación Cruzcampo José Antonio Fílter Rodríguez, Presidente de ASCIL

Conferencia «La transcendencia de la Historia Local»
Manuel García Fernández, Catedrático de Historia Medieval y Cronista Oficial de Carrión de los Céspedes

Presentación de la Revista Anuario de Estudios Locales ASCIL
Jorge Alberto Jordán Fernández, Coordinador

Entrega de galardón al ganador del Concurso ASCIL a la Investigación Local

Proyección del documental «ASCIL. 10 años comprometidos con la provincia»
elaborado por Fernando García García, Responsable de la Web de ASCIL

Clausura del Acto

Dado que el aforo es limitado sólo se podrá acceder mediante invitación.

OTROS TRASLADOS INÉDITOS DE LA VIRGEN DEL ROCÍO

0260En el mismo Archivo Municipal de Almonte, hemos tenido la oportunidad reciente de encontrar pruebas documentales sobre algunas venidas extraordinarias de la célebre Patrona de aquel pueblo, desde su Santuario, que reportan nuevas noticias de Traslados, hasta ahora no documentados y supuestamente inéditos para la historiografía rociera. Nuestras averiguaciones se han centrado en el examen riguroso de las «Cuentas de Propios y Arbitrios», y partidas de gastos del presupuesto económico anual, en cuyos asientos contables quedaron consignados los reales, primero, y las pesetas después, que el Ayuntamiento almonteño retribuyó a la fábrica parroquial por los Novenarios, y rogativas públicas, que, en cada ocasión, fueron solemnizándose para apelar a la providencia divina, tanto en la mitigación de males, como en la conmemoración de felices acontecimientos. Con ese primer sondeo de la contabilidad, no hemos querido suplir, sino por el contrario, completar, las distintas lagunas que afectan a las Actas Capitulares, en las que se recogen distintos acuerdos corporativos vinculados a nuestro tema de investigación. Entre las lecturas de los datos obtenidos, sería importante poder profundizar en el análisis del trasfondo simbólico que subyace en estos Traslados, de reforzar la posesión de la imagen por los almonteños, frente a las localidades vecinas y fieles comarcanos, así como el control que ejercieron, conjuntamente, los poderes civil y eclesiástico en la asignación de fechas a los ceremoniales de auxilio, a fin de regular las subidas y bajadas de los precios correspondientes a los géneros de abasto.

Muy poco después de los episodios coyunturales tan adversos que significaron las epidemias de peste de 1649 y 1650, Nuestra Señora del Rocío fue nombrada Patrona –año de 1653– y su prestigio devocional creció considerablemente. Al elenco de invocaciones públicas que le rindió el municipio, ya publicadas, incorporamos hoy la que le suplicó en 1675, con motivo de las enfermedades y mortandad causadas por otro gran contagio bubónico. Los documentos recrean cómo la imagen fue devotamente recibida en el Chaparral por el clero, que «…salió con la Cruz de la parroquia y guión». Otra de las determinaciones municipales que aún no habían trascendido a la luz pública, fue la traída de «Nuestra Señora a la parroquial», en 1707, después de acordarlo sus ediles el 22 de mayo de aquel año, en plena Guerra de Sucesión española. Continuó floreciendo el fervor, y distintos sacerdotes locales revitalizaron e institucionalizaron su hermandad, en el siglo XVIII, para la que elaboraron unas nuevas Reglas (1758). En los prolegómenos de aquella efervescencia rociera, se enmarca otra visita de la Reina marismeña a Almonte, el año 1752, para la que se abonaron 500 reales, empleados en «costos de la zera, y Novenario, que se haze a Nra. Sra del Rocio, quando se trae de la hermita a esta Villa como Patrona de ella para el socorro y remedio de las necesidades ppcas y de la Corona, pr falta de aguas y de salud o por guerras», según registra la contabilidad de entonces. Todavía en el Setecientos hemos hallado, al margen de las divulgadas por los historiadores locales, otra Novena y función de rogativa, programada en 1793, por la que se entregaron al clero 859 reales de vellón en concepto de «Funciones de Iglesia, novenario y misas cantadas a N. Madre y Señora del Rocío en las Rogativas que se hicieron por seca y traerla al pueblo desde su ermita».

No hay constancia del hipotético acercamiento de la Intercesora al núcleo urbano en el año 1800, por causa de la epidemia de fiebre amarilla, como en otros pueblos de la comarca. En cambio, hemos tenido la oportunidad de autentificar otra venida el año 1804, en la que se emplearon 346 reales y medio en los actos religiosos. El Ayuntamiento sólo sufragaba las Novenas oficiadas en honor de la Virgen del Rocío, cuando ésta acudía a la villa, por lo que los datos de las liquidaciones resultan cruciales para la probatura de las concurrencias extraordinarias. Otras informaciones novedosas, respecto a las visitas de la Protectora, se contextualizan en 1824, cuando el Ayuntamiento se adhiere al monarca Fernando VII tras el Trienio liberal, y en el de 1835, coincidiendo con la alineación monárquica en favor de la reina Isabel II. Así lo revela la subvención de 100 reales, dedicada a la cera de la Función de iglesia organizada cada uno de aquellos años, respectivamente. En comparación con otras épocas anteriores, se advierte una sensible disminución de las ayudas, que cabría atribuir al enfriamiento decimonónico del clima de religiosidad, en la anteposición prioritaria de otros conceptos de interés público. Gracias a estos nuevos hallazgos podremos ahora precisar mejor la frecuencia con la que la Santísima Virgen acudió a su pueblo y revalorar el infinito apego devocional que le profesan a su Abogada defensora, quienes sueñan cada día con una aurora en el Chaparral –¡qué bendición!– para poder contemplar, después del desvelo, su Rostro Divino, tan luminoso como el Sol de Pentecostés.

Traslados procesionales de la Virgen del Rocío a Almonte, recientemente documentados

1675

Epidemia de peste

Lib. 6 (27/05/1676)

1800

Epidemia de fiebre amarilla

No hay documentos

1707

Guerra de Sucesión

Lib. 7 (22/05/1707)

1804

Sequía

Leg. 667. Propios y arbitrios

1752

Se ignora la causa

Leg. 666. Propios y arbitrios

1824

Calamidad o feliz acontecimiento

Leg. 668. Propios y arbitrios

1793

Sequía

Leg. 667. Propios y arbitrios

1835

Calamidad o feliz acontecimiento

Lib. 15 (15/09/1835)

*Elaboración propia. Fuente: Archivo Municipal de Almonte.

 JULIO MAYO RODRÍGUEZ
Historiador y Comisario de la Exposición «Intercesora de Almonte»

 

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