ASOCIACIÓN PROVINCIAL SEVILLANA DE CRONISTAS
E INVESTIGADORES LOCALES

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0868Miguel de Cervantes tuvo «una relación personal especial» con Magdalena Enríquez, bizcochera, vecina de Sevilla, casada y madre de dos hijos, según dice a Efe José Cabello Núñez, archivero municipal de la Puebla de Cazalla (Sevilla), quien ha investigado esta figura tras hallarla en un documento cervantino.

Magdalena Enríquez figura en las biografías del autor del Quijote, pero su relación con Cervantes fue de tanta confianza que el autor le concedió poder notarial para que le cobrara su sueldo como recaudador de impuestos.

El nombre de la mujer figura en dos de los seis documentos cervantinos -uno con firma del autor del Quijote- que Cabello Núñez ha descubierto en los dos últimos años en archivos históricos de Sevilla, hallazgo que ha ido completando con otros nuevos relacionados con Enríquez que ha localizado en el de Indias y en el de Protocolos Notariales de Sevilla, todos ellos aun inéditos.

El investigador se puso sobre la pista de Magdalena Enríquez gracias a un poder notarial fechado en Sevilla en julio de 1593, otorgado por el autor del Quijote a esta mujer con la que nunca antes se le había relacionado.

«Ante escribano público, Cervantes la facultaba para que en su nombre cobrara el salario que la Casa de la Contratación de le debía -19.200 maravedís- por sus servicios como comisario real de abastos», según Cabello Núñez.

El primero de los nuevos documentos localizados recientemente -igualmente inédito hasta ahora-, es la carta de pago que el 28 de marzo de 1594 otorgó Magdalena Enríquez a favor de la Casa de la Contratación, acreditativa de haber cobrado el salario de Cervantes, nombre que también figura en el documento.

Transcurrieron ocho meses desde la fecha de aquel poder notarial de 8 de julio de 1593 y el justificante o recibo de 1594 en el que Magdalena reconoce haber recibido el salario de Cervantes.

Durante ese periodo de tiempo, Cervantes siguió ejerciendo como recaudador en pueblos sevillanos, y supo de la muerte de su madre, Leonor de Cortinas, acaecida en Madrid el 10 de octubre de 1593.

Ese nuevo documento notarial ha permitido al investigador adentrarse y profundizar en la vida y personalidad de esta mujer, fijando su domicilio, su estado civil y su nivel de formación, «desvelando parte del misterio que hasta ahora rodeaba a su persona».

La relación entre Magdalena y Miguel «fue mucho más allá de la puramente comercial, formando parte de un privilegiado círculo de amistades que Cervantes cultivó en Sevilla, como fue el caso de Tomás Gutiérrez de Castro, cómico y dueño de una de las posadas más afamadas de Sevilla, en la calle Bayona -actual Federico Sánchez Bedoya- donde también tenía Magdalena su domicilio».

Magdalena, años más tarde, ya casada en segundas nupcias con el bizcochero Francisco de Montesdoca, quien también fue comisario real de abastos como Cervantes, actuará como madrina del bautizo de un hijo de Tomás Gutiérrez, acto social que recogió el académico Norberto González Aurioles en «Cervantes y el Monasterio de Santa Paula de Sevilla», publicado en 1912.

Según las primeras conclusiones de Cabello Núñez, cuando Cervantes le otorga poder notarial para que cobre su salario, Magdalena era una mujer casada, y mantenía aún su estado civil en 1596 -su primer marido, con el que consta vínculo matrimonial desde al menos el año 1579, fue Cristóbal Bermúdez-.

En 1589, dos años después de que Cervantes comenzara su andadura andaluza como comisario real, Magdalena ya era madre de dos hijos, nacidos del matrimonio con Bermúdez: Ana María Enríquez y Francisco Enríquez, cuyas edades aún no ha podido precisar.

Magdalena aparece como una próspera comerciante, proveedora habitual de la Casa de Contratación de Sevilla, a la que suministraba importantes cantidades de bizcocho para las tripulaciones de los galeones de la Armada y Flota de las Indias, como lo acreditan numerosos asientos y contratos.

Cabello Núñez ha destacado que entre 1579 y 1591 Magdalena no firmaba los documentos porque manifestaba que no sabía escribir, pero que, en cambio, sí los firmará de su puño y letra desde al menos enero de 1593, meses antes de que Cervantes le otorgara su poder notarial, firmando esta carta de pago de 28 de marzo de 1594 en la que nuevamente figura el nombre de Cervantes.

Ante ese hecho, se pregunta «si la amistad de Magdalena con Cervantes y el conocimiento que ella pudiera tener de su faceta de escritor, y la amistad compartida con su vecino y comediante Tomás Gutiérrez, y de éste a su vez con autores de comedias como Mateo de Salcedo, hubieran despertado en Magdalena interés por disfrutar de la obra de Cervantes, motivándola para que aprendiera a leer y escribir».

Su marido firmaba documentos desde al menos 1579 y no parece haber mostrado interés durante esos años para que su esposa aprendiera a hacerlo, a pesar de que era Magdalena quien llevaba, desde hacía más de veinte años, las riendas de sus negocios.

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